Un destino increíble.
Descubrimos un pesquero que permitió realizar gran variedad de capturas de portes interesantes. Entre ellos, pez vela, atunes, jureles y roosterfish. Además descanso en una playa paradisíaca.
En Bahía Solano, Colombia, descubrimos un pesquero que permitió realizar gran variedad de capturas de portes interesantes. Entre ellos, pez vela, atunes, jureles y roosterfish. Además descanso en una playa paradisíaca.
E
ca artesanal y el turismo. El sueño estaba a punto de cumplirse.
Para acceder a este destino, lo ideal es llegar a Medellín, pasar una noche en esta hermosa ciudad y al otro día tomar un vuelo de 30 minutos hasta Solano. Una vez arribados al pueblo, trasladarse del pequeño aeropuerto al hotel no demanda más de 5 minutos. Ya en el alojamiento, preparamos los equipos que llevamos para hacer varios tipos de modalidades de pesca, y salimos en las dos embarcaciones que teníamos contratadas a probar suerte con el Pacífico.
Intentos con sorpresas
El tour estaba orga nizado para hacer en total cinco días completos de pesca. Mayo fue el momento del año que habíamos elegido para nuestra primera experiencia en este destino, porque es un mes de transición entre el verano y el invierno, y luego las posibilidades de precipitaciones son mayores. Pero la ventaja es que en esta época ingresa una gran cantidad de sardinas proveniente de la corriente del Perú, que atrae peces vela, atunes y otras especies como pargos, cuberas, jureles y rooster-fish.
Salimos a las 13 horas del mue- lle, y ahí ya tuvimos la primera sorpresa del viaje, ya que había gran cantidad de pez vela a solo pocos metros de la costa. Luego de muchos años de pescarlos en diferentes destinos, era la primera vez que iba a buscarlos a tan poca distancia. En esta actividad que tanto nos apasiona nunca dejamos de aprender y sorprendernos, por eso es tan fascinante la pesca deportiva.
Engaños
En este destino se utiliza para la captura de los velas carnada viva que se obtiene en la misma zona, pero se está condicionado a encontrarla, y no siempre es así. Acá tuvimos la segunda sorpresa: los capitanes nos preguntaron si disponíamos de señuelos pequeños, de no más de 15 cm, tipo Rapala o Yo Suri, con paleta bien chica que no profundizaran
más de un metro, argumentando que eran sumamente efectivos.
La cuestión fue que elegimos tres señuelos y los lanzamos al agua. A sólo 10 minutos tuvimos la primera corrida: algo que nos dejó a todos atónitos, no podíamos creer tener resultados tan pronto. En un lapso de no más de dos horas habíamos concretado más de ocho piques de vela, logrando llevar a la borda solo dos, ya que los otros seis se perdieron en los saltos acrobáticos que esta especie da cuando es clavada.
Si bien la efectividad de los señuelos es impresionante, tienen una pequeña contra: cuando uno los clava, si los pequeños triples no llegan a penetrar en la parte inferior de la boca del vela, que es donde tiene la franja más carnosa de su boca, se enganchan del pico y no llegan a hundirse, por tal motivo es muy común perderlos.
Uno de los grupos tenía mayor
interés en hacer popping y decidió probar con los atunes. Por lo general, a los atunes siempre se los encuentra acompañados de unos pequeños delfines de tez oscura, que en toda la zona del Pacífico se los conoce como tirabuzón, ya que están permanentemente dando saltos de esta forma. Y sobre ellos vuela una gran cantidad de aves marinas de todo tipo, que aprovechan lo que los atunes co- men y dejan a especies menores atontadas en superficie que las aves hábilmente engullen.
Ver a un gran cardumen de atunes alimentándose en superficie es una de las sensaciones que mayor adrenalina le puede generar a un pescador deportivo, porque el agua hierve –literalmente– y lanzar los poppers en ese momento es casi garantía de capturas tiro tras tiro.
Luego de haber navegado unos 40 minutos, avistamos una gran cantidad de pájaros y delfines, lo que nos aseguraba una enorme presencia de atunes. Ni bien llegamos cerca de esta mancha, lanzamos nuestros poppers y el resultado fue inmediato: cuatro cañas al agua, cuatro piques simultáneos. Si bien no eran de gran porte, la mayoría pesaba entre los 8 y 15 kg. La potencia que tienen garantiza máxima diversión.
Pescamos hasta las 17:30, y capturamos no menos de 40 ejemplares, todos a popping, una de las modalidades de pesca deportiva más atractivas que se pueden realizar en el mar para todo tipo de pez pelágico. La otra embarcación decidió quedarse toda esa tarde pescando pez vela, logrando muchas capturas. Con este panorama, lo que hicimos fue planificar los siguientes días, de acuerdo con los gustos de cada aficionado.
Los pescadores somos una raza muy especial: cuando hay mucha pesca de una especie en particular, queremos ir contra la naturaleza y buscar otras en las que el desafío sea más grande. Así que uno de los grupos, menos exigente con la pesca, decidió probar un par de horas por la mañana, ir hasta una paradisíaca playa con restaurante, y almorzar tranquilamente ahí, para terminar la tarde pescando un rato más. Un lujo que no se puede dar en muchos destinos. La otra embarcación, compuesta por cinco pescadores fanáticos al extremo, se había propuesto pescar todas las variedades posibles de la zona, pero solo a popping, Así que los velas, que había por cantidades, quedarían relegados. Para alguien que sueña con lograr un pez vela, esto debe sonar raro, pero así somos los pescadores. La zona de pesca en Bahía Solano es muy amplia y, dependiendo a qué especies uno le quiere dar prioridad, los capitanes deciden adónde ir, siempre atentos y entendiendo el gusto de cada pescador.
Un festival de piques
Una mañana salimos para una zona llamada Cabo Marzo, que está a unas 36 millas del muelle. A la velocidad que navegan estas embarcaciones, en una hora y media se llega. En esta región viven especies cazadoras como jureles, pargos, pez gallo, atunes, diferentes tipos de groopers, etc. En nuestro caso solo hicimos popping, ya que a ninguno de los pescadores les gustaba la modalidad de trolling.
Y la fiesta comenzó a los pocos minutos. Primero encontramos un cardumen de jureles realmente grandes, entre los 10 y 15 kilogramos, y en el transcurso de una hora y media habíamos
pescado más de 30. Junto a los jureles empezó a picar en los poppers una especie de pargo, conocida en esta zona como pargo lisa, que tiene una gran fortaleza y potencia, y se caracteriza por su hermoso color rojizo.
Un poco más alejado de las piedras, divisamos un cardumen de atunes comiendo en superficie, así que nos dirigimos hacia ellos. Y los resultados volvieron a ser sorprendentes, más no podíamos pedir. Pero la figurita difícil en esta zona no quería picar: los famosos roosterfish y cubera snnaper, de los más potentes del océano Pacífico.
A esta especie en particular, una vez que pica hay que ponerle freno al máximo a los reeles para evitar que se vaya al fondo y busque su cueva entre las piedras. Si no lo logramos, el corte está prácticamente asegurado. Después de una jornada de pesca tremendamente intensa, comenzamos a regresar al muelle de Bahía Solano, pero todos los días antes de terminar le dedicábamos una hora a tentar a los velas, y nunca teníamos menos de 5 a 10 piques.
En tres días y medio de sa- lidas, los dos grupos coincidimos en que la pesca ya estaba más que hecha. Lo que nos quedaría en las dos jornadas restantes era: para un grupo disfrutar de playas y pesca más relajada, y para el otro, ir en busca de las dos especies que nos habían quedado pendientes. Pero la pesca, como siempre decimos, no es una ciencia exacta: al día siguiente de haber ido con uno de los grupos a la zona de Cabo Marzo y haber pescado por demás, fuimos con el otro grupo y las cosas resultaron totalmente diferentes. Era impensado que de un día para el otro, con las mismas condiciones de mar, el pique estuviese tan esquivo. Solo en un momento logramos pescar unos cuantos atunes y apenas tres jureles, cuando el día previo habíamos obtenido más de 40 ejemplares de cada una de estas especies.
En busca del faltante
Como el otro grupo había quedado obsesionado con los cuberas y los pez gallos, decidieron dedicar el día solo a estas especies, sin importar la cantidad de velas y atunes que había. Y finalmente ese día, por su perseverancia lograron el objetivo de más de 14 capturas de pez gallos, todos a popping, aunque no dieron con los pargos cuberas. Así concluyó la semana de pesca con gran cantidad de capturas. Un destino que recién comienza a mostrar al mundo las bondades que cobijan sus aguas. Creo que no hay muchos dentro del Pacífico que puedan ofrecerle al pescador deportivo tantas variantes.