Más cerca que en primera fila.
Safari fotográfico por uno de los parques nacionales más importantes de Sudáfrica.
Safari fotográfico por el Krüger, uno de los parques nacionales más importantes de Sudáfrica.
El Parque Nacional Krüger es la reserva de animales salvajes más famosa de Sudáfrica. Durante un safari, el turista tiene la sensación de encontrarse en una especie de Jardín del Edén por la cantidad de animales que se desplazan delante de su cámara. Sin embargo, esta impresión es engañosa. El paraíso está amenazado.
El todoterreno abierto recorre por la noche la reserva Kapama Game antes de que comience al día siguiente un extenso safari en el vecino Parque Nacional Krüger. Quien entre aquí en los matorrales quiere ver los “Big Five”, los cinco grandes mamíferos terrestres de Africa, las cinco majestades de la fauna: el elefante, el rinoceronte, el búfalo, el león y el leopardo. Sin embargo, estos animales no merodean por el paisaje para ser vistos por los turistas.
Al caer el sol
Cuando ya está atardeciendo, el vehículo se detiene junto a un charco. En la orilla de enfrente aparece la silueta de un animal: un tronco negro macizo y un cuerno en la cabeza. ¡Un rinoceronte! Una imagen impresionante que posiblemente ya no se pueda captar dentro de 20 años.
Una serie de circunstancias diferentes amenazan al rinoceronte. En Asia está muy extendida la superstición y en Africa hay muchos pobres sin perspectivas. La consecuencia: una tragedia. Bandas criminales contratan a cazadores furtivos que matan a rinocerontes y les cortan los cuernos para introducirlos de
contrabanda en Vietnam. Los clientes adinerados en este país pagan hasta 60.000 dólares por un kilogramo de cuerno de rinoceronte. Ellos creen que el cuerno convertido en polvo puede curar varias enfermedades.
Cifras alarmantes
Por primera vez en diez años, el número de rinocerontes cazados en Sudáfrica no aumentó el año pasado. Suena como una buena noticia. Sin embargo, los cazadores furtivos mataron en
2015 a 1.175 animales, cifra que sigue siendo inaceptablemente alta, dice Arnulf Köhncke, experto en protección de especies en peligro de extinción del Fondo Mundial para la Naturaleza (W WF). “Tenemos que lograr que los números sigan bajando”, subraya. De lo contrario, el rinoceronte se habrá extinguido pronto.
Según estimaciones, en toda Africa solo quedan unos 25.000 rinocerontes blancos y negros. “Cuando hablamos de caza furtiva nos referimos a una criminalidad organizada en un contexto global”, dice Köhncke. En Sudáfrica ya se recurre al Ejército para combatir a los cazadores furtivos.
Cuando amanece y los primeros vehículos se dirigen al parque Krüger para el safari, los cazadores furtivos ya se han retirado hace rato. Entonces comienza el negocio legal con el paraíso natural: el turismo. Los turistas viajarán este día durante 11 horas por el parque. El primer avistamiento de un animal lo anuncia el guía y conductor John Mthethwa aun antes de que su grupo haya llegado a la entrada del Parque Nacional Krüger.
Primeros avistajes
A poca distancia del camino descansan en la hierba alta un león y una leona. Las instrucciones son claras: “No se pongan de pie y no dejen salir las piernas y los pies del vehículo. A los animales no les gusta y algunos se ponen muy enojados”, advierte John al grupo. Después, dentro de los límites del parque, no pasa mucho durante dos horas. El grupo trata de ser paciente. Sin embargo, en algún momento aparece en el bordo del camino un elefante, otro representante de los ”Big Five”.
John, el guía, conduce el vehículo durante horas por caminos solitarios entre los matorrales. Esto le permite descubrir al turista cuán grande es el Parque Nacional Krüger: unos 350 kilómetros de largo y poco más de 50 kilómetros de ancho. Una y otra vez cruzan el camino cebras, jirafas, babuinos, antílopes, hipopótamos con ranas en el lomo y muchos elefantes.
El elefante también está amenazado. Su marfil sigue siendo un producto codiciado. En el Parque Nacional Krüger puede observar-
se un fenómeno global a pequeña escala: en vez de promover el desarrollo sostenible se busca el beneficio rápido. “Los animales salvajes valen vivos más que muertos”, dice Arnulf Köhncke. “Lo que se necesita es una distribución justa de los ingresos entre todos los actores participantes”. En Sudáfrica, esto forma parte de la estrategia, asegura el experto de WWF.
Después de un safari, el turista comprende que vale la pena proteger la fauna en el Parque Nacional Krüger, no por medio de lecciones teóricas sino echando una mirada a los ojos de un elefante, un rinoceronte o un león. “El turismo de safari es una estrategia importante para generar entusiasmo en la gente con la diversidad de especies y la protección de la naturaleza”, dice también Köhncke.
El leopardo es el único representante de los “Big Five” que no se deja ver en este safari. Pero en realidad, uno casi desea que este animal pueda ir por su camino sin ser molestado por el ser humano. Alguien ya le tomó fotos.