Propuesta para Potrero de los Funes
En las vacaciones de invierno, este año hicimos base turística en Potrero de los Funes, una pujante localidad en un entorno privilegiado, que brinda a sus visitantes una singular oferta de alojamientos, gastronomía y servicios para todas las posibilidades, llegando a ser un referente a nivel país merced a las inversiones concretadas, tanto públicas como privadas.
Al llegar allí y empezar a circunvalar el lago por la pista del Circuito Semipermanente, comencé a imaginar lo que podría sentir un preso en una cárcel de máxima seguridad. Cualquier visitante puede experimentar la sensación nada agradable de circular entre paredones de hormigón y alambrados de casi cinco metros de altura, los que permanecen inamovibles los 365 días del año, pese a la belleza de los paisajes que esconden. Más extraño aún es observar que estas vallas y alambrados se extienden por delante de varios comercios, restaurantes y emprendimientos hoteleros, generando barreras urbanas incomprensibles y condicionando los desplazamientos de los vecinos y visitantes.
Por otra parte, desconcierta a los automovilistas el hecho de circular por una ancha cinta asfáltica, cuya señalización es ajena a la seguridad del tránsito urbano y cuyas curvas con peraltes responden a las velocidades alcanzadas en las competencias automovilísticas. Todo un peligro para el conductor común.
Más desconcertante aún es hablar con los vecinos y descubrir que este circuito casi no se utiliza en la actualidad, puesto que existen otras pistas en las inmediaciones. Todo un despropósito.
Pretendo con estas líneas hacer una crítica constructiva y un llamado a la reflexión para mis colegas arquitectos puntanos. ¿Este circuito con sus diez años de vida, habrá cumplido un ciclo? ¿No será un buen momento para reconvertir esta estructura en un paseo para beneficio del paisaje y el turismo? La impecable cinta asfáltica podría ser una hermosa avenida con la señalización, el parquizado y el equipamiento adecuado. La remoción de los paredones volvería a articular este singular paseo con el paisaje circundante. El playón de boxes podría configurar una plaza temática y además un predio para ex posiciones o ferias artesanales, con la posibilidad degenerare ventos más amigable s con la tranquilidad del entorno. Talvez la desolada tribuna podría servir para contemplar otros eventos deportivos o exhibiciones gimnásticas. Todo un universo de posibilidades.
La reconversión propuesta es un desafío que sin duda los profesionales y constructores locales están en condiciones de asumir. Iniciativa y capacidad no les falta, solo basta con observar todo lo hecho en esta magnífica provincia. Daniel Alejandro Vadillo Banfield, Buenos Aires