Weekend

A Córdoba en camarote.

Para amantes del tren, un genial servicio sale de Retiro y llega a Córdoba con cena a bordo y dormitorio para el descanso. Allí, la visita a Cerro Colorado, un remanso de río y monte.

- Por Pablo Donadío.

Para amantes del tren, un genial servicio sale de Retiro y llega a Córdoba con cena a bordo y dormitorio para el descanso. Allí, la visita a Cerro Colorado, un remanso de río y monte.

Para quienes no están apurados y gustan de comodidad, buen servicio a bordo y silencios de lectura, el tren a Córdoba es una bendición. Desde el ramal Mitre de Retiro, dos veces por semana y a las 9 en punto, una formación con coches nuevos y un persona l plenamente cordobés ya juega algún chiste con tonada ni bien arranca el viaje.

De a poco, la gente va abriendo las cortinas, sacando el mate, el diario y las cartas, y se arma una atmósfera como la del camping. Al rato el campo domina la escena a la altura de San Nicolás, que puede disfrutars­e desde las ventanas de primera ($ 300), que equipara asientos al de un colectivo semicama; de pullman ($ 360) con las prestacion­es del cama, y el vagón con 12 camarotes para dos personas ($ 1.050) con dos camas tipo cuchetas y una mesa de trabajo.

Buen servicio

Así se presenta una formación impecable, con baños con lavatorios externos repasados y recargados de papel, jabón y toallas cada dos horas. Hay agua caliente y fría en dispensers, y cargadores para teléfonos o cámaras. Sobra espacio para caminar, apoyarse en la ventana y disfrutar del paisaje hasta que el comedor está listo. Ubicado en el centro de la formación con 50 lugares, es uno de los lujos del viaje. Lasaña, carne mechada o costillita­s a la riojana por $ 150 (incluye bebidas) son parte de un menú que permite concluir la jornada con un buen café expreso disfrutand­o en los ventanales de las últimas lucecitas del día.

La llegada a Rosario Norte, el campo de Cañada de Gómez y la creciente Villa María, paradas reglamenta­rias, son apenas un atisbo de lo que puede verse. Si bien la autopista ha sido un gran avance en términos de conectivid­ad, ha invisibili­zado esos pueblos que el propio tren dio

vida años atrás y ahora revive de algún modo. En casi todo ellos, las estaciones fueron remodelada­s y reutilizad­as por su ubicación estratégic­a junto a plazas y parques públicos. Calles de ripio y tierra se alejan de la urbe más concentrad­a y hacia los extremos no faltan chacras con alguna tranquera, almacenes de ramos generales con ladrillo a la vista y silos que dominan el paisaje junto a camiones con tolvas para cargar cereales. Pero no todo es color de rosa.

De 14 horas se pasó a 16, y a las 18 que hoy ser ía n la f ija, siguen agregándos­e atrasos. “A nosotros mismos nos molesta, pero hay ac uerdos pol ít icos detrás que impiden que, como antes, seamos competitiv­os. Si no arrasaríam­os todo el año y no sólo en temporada”, explica uno de los responsabl­es de la formación. Para muchos, entre el lobby con el gremio Camioneros, la desidia estatal para el cambio de vías y la concesión de las vías a la Aceitera General Deheza, se explica el deterioro de un valor irremplaza­ble por precio y servicio.

Rojos de tierra y aventura

El caos de tránsito cordobés por las obras del cierre del anillo de la circunvala­ción conocido como “Tropezón”, invita al escape. Por suerte, la suerte viaja por las inmensas piedras rojas del Cerro Colorado. Esos enormes mogotes que enamoraron a Yupanqui dicen lo suyo también al

callar, y uno puede encontrars­e a sí mismo en esos pagos. Anclado a 160 kilómetros al noroeste de la capital, al límite con Santiago del Estero, es curioso que este vergel alimentado por el río Tartagos, en medio de quebradas y cuyos sauces caen sobre el mismo cauce, pertenezca al departamen­to Río Seco.

El lugar que homenajea al inolvidabl­e folklorist­a es en sí mismo discreto, aunque en sus tres mil hectáreas hay muchas sorpresas. Sus pozones geniales para bañarse en aguas cristalina­s ofrecen sombras gloriosas bajo verdes parques. Cerros de porte brindan paredones donde el río susurra su paso y descubre sonidos en aleros repletos de pinturas rupestres, testimonio ayampitín, sanavirón y comechingó­n, pobladores históricos de estas tierras.

En la naturaleza

Las pasarelas del Parque Arqueológi­co, Monumento Histórico Nacional hace 50 años, llevan a galerías que descubren dibujos geométrico­s, llamas, cóndores y jaguares, figuras humanas pintadas con blancos, negros y rojos, y representa­ciones del enfrentami­ento con los conquistad­ores.

Sectores de bosque chaqueño serrano, con orgullosos mistoles, talas, cocos, molles y piquilline­s, visten un paisaje con senderos hacia miradores del pueblo geniales para los amantes del trekking.

Otros caminos hacia el interior del pueblo, la iglesia local, los complejito­s de cabañas y el camping aportan variantes para el paseo. Y para el descanso. Sobre esas callecitas de tierra colorada se oye apenas el andar de alguna bicicleta y algún sonido de pájaros, aunque hay lugar para las juntadas en el Museo Yupanqui y talleres en fines de semana que hacen de la música y el arte una misma cosa.

“Hacía rato buscaba un lugar y una forma de conectar la naturaleza con el trabajo que hago en el consultori­o como terapeuta familiar. Con los pies en la tierra, el ruidito del río, la brisa en la cara y el cielo arriba, la tarea terapéutic­a se disfruta y profundiza”, asegura Marisol Franz, una asidua visitante de estos pagos con La Curiosa, su taller que mezcla terapias personales con actividad al aire libre. Y quien guste del folklore, no hay que perderse el paso por la casa que atesora el legado de Don Ata, materializ­ado en letras manuscrita­s, su guitarra encordada para zurdo, mantas que acompañaba­n sus travesías, su bastón, premios, partituras, libros y fotos que pueblan tanto ese camino trashumant­e como este destino entonces inhóspito y hoy accesible.

 ??  ?? Día perfecto para bañarse en las aguas cristalina­s del río Tartagos, en Cerro Colorado. A la izquierda, la formación que llega a Córdoba Capital avanza sobre las vías del ramal Mitre. Al lado, la cena en el salón comedor y las comodidade­s en pullman.
Día perfecto para bañarse en las aguas cristalina­s del río Tartagos, en Cerro Colorado. A la izquierda, la formación que llega a Córdoba Capital avanza sobre las vías del ramal Mitre. Al lado, la cena en el salón comedor y las comodidade­s en pullman.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Arriba: la panorámica del pueblo desde uno de los cerros, previa caminata por los aleros con pinturas rupestres. Izq.: el camarote y el lavatorio del tren, lujo y comodidad. Abajo: artesanías de los vendedores de Cerro Colorado.
Arriba: la panorámica del pueblo desde uno de los cerros, previa caminata por los aleros con pinturas rupestres. Izq.: el camarote y el lavatorio del tren, lujo y comodidad. Abajo: artesanías de los vendedores de Cerro Colorado.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina