El abrojal de Villa Iris.
A 600 km del Obelisco, un grupo de emprendedores ofrece actividades de campo, laguna para pescar y comidas de la huerta.
En Darregueira, a 600 km del Obelisco, un grupo de emprendedores ofrece actividades de campo, laguna para pescar y comidas de la huerta.
Parecen frascos comunes. De mermelada; quizás de miel. Pero en su interior hay matas verdes, de distintas formas según el frasco. Estamos en Darregueira (provincia de Buenos Aires, a 55 km de Puán), más precisamente en el Instituto San José Obrero, el único donde se dicta la Tecnicatura en Agrobiotecnología. Allí, los alumnos aprenden a clonar y multiplicar plantas para producciones comerciales, como papa semilla, kiwi, ajo y arándanos y esas son las variedades que pueblan los frascos prolijamente acomodados en las estanterías. Con contacto previo, es posible visitar las instalaciones del colegio y recorrer su campo productivo y ver cómo se trabaja en el tambo, con la ganadería y los cultivos. También se pueden comprar quesos elaborados allí mismo.
Historia y presente
A nosotros nos esperan en Villa Iris, pueblo a 75 km de Darregueira y que complementa el nombre del grupo de turismo El Abrojal (de Villa Iris), apoyado por el INTA y que ofrece actividades rurales relacionadas tanto a las tareas como a las costumbres y comidas de campo, donde se destaca algo muy valorado por el habitante urbano: verduras traídas directamente de la huerta.
Aquí nos reciben Mercedes y Juan, miembros del grupo y excelentes guías de turismo, con quienes recorremos el pueblo, la planta embotelladora de agua, el centro de artesanos Hugo Stroeder (que funciona en la estación de tren) y el museo que el matrimonio ha armado en su casa donde se recuperan elementos del pasado reciente, como la cocina económica y los faroles a kerosene. “Queremos que los turistas conozcan nuestra historia y el lugar donde vivimos”, dicen con entusiasmo. “Por eso los esperamos con lo mejor de nosotros.” Nuestro recorrido por el pueblo se complementa con la visita al taller de Darío Urban, un artista dedicado a la pintura, escultura y cerámica. Allí es posible adquirir obras de artes, piezas para uso cotidiano (cuencos, tazas, fuentes), tomar una clase o simplemente conversar acerca del arte y sus manifestaciones. Hay para elegir.
Torta alemana y pan casero
La tarde nos conduce hacia el establecimiento La Familia, a 5 km de Villa Iris, llevado adelante por Cecilia y Oscar. Se trata de un predio de 164 hectáreas que
ofrece pasar un día de campo y cuenta con canchas de tejo, ping pong y huerta de donde se puede consechar lo que se va a consumir. “También brindamos paseos en carro, que el visitante conozca cómo se trabaja con animales y que se familiarice con la vida en el campo”, detalla Omar. Por su lado, Cecilia hace gala de ser una excelente anfitriona y mientras Omar nos cuenta todo lo que podemos hacer en el lugar, ella descubre una esponjosa torta alemana de nombre impronunciable y que nadie sabe bien cómo se escribe pero que suena algo así como “riwel kuchen” y que no dura ni un minuto en la fuente. Cuando llega la noche Cecilia, con su constante sonrisa, nos cuenta lo que hay para la cena. O mejor dicho, lo describe mientras lo vamos viendo ya que son tantos platos que ha elaborado que nos ofrecemos para llevarlos
a una mesa larguísima que han preparado y y que que se se parece parece alas aldeas dloseban que te slosban que medievales tes medie donde vales d la og entendela come gent ye bebe come tanto y be que be t termina an toque desmayada termina ad es m ay ad un costado: a a cor un der costo a ad o:lhor cordero no, ar rol al lado horno, de aacelg arrollado conde queso, acelc alaba zaga conque so,r ellecanal con a baza arroz r el y lena cosit as, con empanadas arroz ycode verduras, tomates cherries con albahaca y un pancito casero con salsas. ¿Hace falta agregar algo?
Intercambio de experiencias
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Pequeña luz Pequeña luz
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