Weekend

Un clásico bien rendidor.

La Balandra se encuentra en un excelente momento para la pesca de corvinas rubias en buena cantidad y lindos portes. Una salida para disfrutar con amigos.

- Por Rodrigo Cobas.

La Balandra se encuentra en un excelente momento para la pesca de corvinas rubias en ka yak. Cantidad y lindos portes.

Est a t emporad a comen zó f uer t e: l a l legad a de l as rubias a las costas de Ber isso convoca cada vez más pescadores. Tanto en lanchas como en kayaks, se corre el rumor y automática­mente se dejan los equipos de pejerrey para preparar los de variada de fondo. Cañas livianas, entre 20 y 30 libras (1 libra=0,453592 kg) con reeles rotativos o frontales según el gusto, ya que la pesca es vertical, sin necesidad de lanzar.

La línea sí es importante. La corvina está comiendo los mejillones del fondo, la visión que tiene es casi nula, por lo que prácticame­nte hay que presentarl­e la carnada en la nariz. Si utilizamos una línea de variada de 2 anzuelos de mar, con el anzuelo de arriba nunca vamos a pescar. Para aprovechar al máximo las posibilida­des preparé una línea especial. Describién­dola desde la madre del reel, en el anzuelo de arriba colocamos un jighead de 9 gramos sobre una brazolada de 40 cm; luego el plomo sobre nudos corredizos, y a continuaci­ón, sobre la misma madre de la línea, un anzuelito Nº 2 a unos 60 cm del plomo.

El siguiente punto indispensa­ble es la carnada. Hay que conseguir camarón crudo congelado, que tiene un aspecto más bien grisáceo y no tan anaranjado. Como segunda opción, o para combinar con el camarón, pero nunca para reemplazar­lo, podemos llevar mejillones.

La ubicación

Repetimos los intentos durante varios días, pescando desde los 500 m hasta pasando los 3 km río adentro. Fuimos de norte a sur, pero no dimos con piedra firme

o tosca como en años anteriores. Encontramo­s algunos sectores con mejillones, pero no pudimos sentir con el ancla o el plomo de la línea el piso duro (tampoco lo cotejábamo­s con la ecosonda).

Esto no condicionó nuestra pesca como nos sucedía en temporadas pasadas. Cuando ingresamos al río en La Balandra, de pronto la profundida­d aumenta abruptamen­te. Desde ese punto en adelante, ya tenemos buena posibilida­d de pescar unas rubias. Es fácil de detectar con una ecosonda, pero no resulta indispensa­ble utilizarla. Colocando marcas en el fondeo cada 1 metro, podemos ir midiendo a qué profundida­d estamos a medida que avanzamos.

Además, también vamos a detectar el tipo de suelo o la presencia de mejillones. Al cierre de esta edición, frente a los baños públicos, en línea recta siguiendo la dirección de la calle de ingreso, entre los 800 y los 1.000 m encontramo­s los mejores resultados.

La pesca

Junto a Gustavo Martorano visitamos en varias oportunida­des este balneario público. Llegamos de noche, en máxima creciente y estacionam­os a escasos metros de la costa. Tomando unos mates, cargamos los equipos en los kayaks, mientras el sol asomaba lentamente en el horizonte y conteníamo­s nuestras ansias por ingresar, esperando que al menos se haga de día.

Ya con varias pruebas en distintos lugares teníamos claro hacia dónde ir. Fondeamos y encarnamos los camarones aún congelados. Esto parecía no ser un impediment­o, al sentir el plomo llegar

al fondo la primera corvinita respondió con unos tironcitos sutiles. Devuelta al agua, le consignamo­s llamar a la madre, quien no tardó en responder. Qué alegría poder disfrutar de esta pesca tan cerca de Ciudad de Buenos Aires y en agua dulce, sin tener la necesidad de repasar todos los equipos una vez finalizada la jornada. Las corridas, repiques y cabeceos de esta especie nos deleitan tanto en el agua ¡como en la parrilla!

Se empezaban a descongela­r también los mejillones y probamos de encarnarlo­s colocando dos por anzuelo. También dieron buenos resultados aunque, sin lugar a dudas, la estrella era el camarón. En eso lo escuché alegrarse a Gus- tavo: de reojo vi su línea meterse debajo de mi kayak y él voltearse para constatar que había pinchado una bien grande.

No tenía intencione­s de devolverla, ni de que se escapara. Suavemente la acercó al kayak, la agarró y me la enseñó para la foto. Le pido una segunda toma en otra posición y splash, pescado al agua. ¡Aún me la está reclamando! Atrás quedó el silencio de la mañana. Mientras contempláb­amos cómo se iba llenando la cancha de kayaks y lanchas, llegaron nuestros amigos Luis, Cristian, Gustavo y Guillermo, quienes se fondearon cerca de nosotros.

Pique sutil

El pique estaba cada vez más distanciad­o. El ruido de los motores, los gritos, las charlas, más algún pescador que intentaba seducir a los peces con su canto, pusieron más reñida la jornada. Pero nosotros, desde temprano allí, sabíamos que ahí estaban. Ahora picaban más sutilmente, desacomoda­ban la carnada y jugaban con ella.

La concentrac­ión tenía que ser

mayor y las capturas seguían. Ya me quedaban camarones muy chicos, cabezas perdidas y algún mejillón desarmado. Era momento de renovar la carnada. Dentro del kayak llevo una conservado- ra con hielo y carnada congelada. Al comienzo de la jornada retiro la mitad de lo que considero que puedo utilizar. Como en este caso la había empleado toda, tenía una reserva en perfecto estado para seguir pescando.

Si no es necesaria esa carnada, vuelve al freezer sin haberse descongela­do nunca. La carnada fresca me trajo el pique más esperado. Ahí apareció disimuland­o su tamaño, venía solita cuando cambió de dirección y comenzó a sacar nylon del reel. Fue tal la corrida que mi vista cambió del punto donde el nylon ingresa al agua para focalizars­e en cuántas vueltas de carrete me estaba robando. Con paciencia dejé que se cansara y la fui acercando. Ya sobre la superficie, noté que venía prendida del jighead como si fuese un piercing en la boca. Solté la caña y la abracé, mucho. Conmemoran­do el momento cómico del día que casi es captado por el dron de José Luis López, quien nos cedió una imágenes hermosas que luego se podrán ver en el video de la nota.

Con el correr de las horas se hizo el mediodía y respondimo­s al pique infalible de nuestros estómagos, dando por concluida la pesca.

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 ??  ?? Desde mediados de agosto hasta fines de noviembre, La Balandra se convierte en un clásico de pesca en kayak. En esta oportunida­d pudimos contar más de 50 kayaks buscando una especie de agua salada en el Río de la Plata y a solo 80 km de Capital Federal.
Desde mediados de agosto hasta fines de noviembre, La Balandra se convierte en un clásico de pesca en kayak. En esta oportunida­d pudimos contar más de 50 kayaks buscando una especie de agua salada en el Río de la Plata y a solo 80 km de Capital Federal.
 ??  ?? Los grupos de amigos rodeando un buen point son una constante en la pesca en kayak. En esta oportunida­d, el grupo Kayakistas Unidos del Sur.
Los grupos de amigos rodeando un buen point son una constante en la pesca en kayak. En esta oportunida­d, el grupo Kayakistas Unidos del Sur.
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 ??  ?? Si bien tuvimos buenas capturas durante ambas mareas, sobre la bajante y en las primeras horas obtuvimos las mejores cantidades y portes del día.
Si bien tuvimos buenas capturas durante ambas mareas, sobre la bajante y en las primeras horas obtuvimos las mejores cantidades y portes del día.

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