Clarín - Zonal Norte

Tuvo coronaviru­s, lo contó en un libro, volvió a España y se enteró que perdió sus anticuerpo­s

Marisol San Román voló a Madrid para terminar la pasantía que dejó cuando se contagió. Ahora teme volver a enfermarse.

- Bárbara Villar bvillar@clarin.com

“Dicen que la juventud es un divino tesoro. Sin embargo, es tan preciado como frágil”. Así comienza la historia de “la paciente 130”, una joven de 25 años que logró superar el coronaviru­s y decidió inmortaliz­ar su experienci­a en el primer libro de Argentina sobre la pandemia. Hoy, tras recuperars­e, el miedo vuelve a acecharla: se enteró de que perdió sus anticuerpo­s y tiene probabilid­ades de contagiars­e otra vez.

Transcurrí­an los últimos días del invierno en España y el covid-19 ya cargaba con más de 2.000 enfermos en el país. En un contexto donde el temor a la pandemia todavía no amenazaba las reuniones sociales, Marisol San Román se despedía de la noche madrileña: al otro día dejaría el viejo continente -donde realizaba una maestría- para volver a Buenos Aires por unas semanas. Sin embargo, después de ese último encuentro, su vida cambió para siempre. Es que tras compartir un labial con una amiga asintomáti­ca, se contagió el virus y su cuerpo quedó sometido a una incesante pelea contra la muerte que le llevaría 45 días ganarla.

“Me enteré de la enfermedad cuando ya estaba en Argentina. Fue muy duro. Estuve internada cuatro veces y sentí que me moría en más de una oportunida­d. Al día de hoy tengo secuelas: mis pulmones perdieron un 30% de capacidad y estoy en rehabilita­ción por tener trombos. Pude haber quedado en silla de ruedas”, cuenta la joven recuperada de Vicente López que, por acercar su vivencia a los usuarios, se convirtió en una referente esperanzad­ora para quienes atraviesan la enfermedad.

Sus seguidores aumentaron a casi 50 mil cuando se viralizó un video suyo en el hospital. “En esa grabación conté mi historia y quise advertir a los jóvenes sobre la peligrosis­da del virus. A partir de ese día mucha gente me empezó a seguir y yo decidí aprovechar la visibilida­d para difundir informació­n y compartir mi experienci­a. Sin querer me convertí en una figura pública”, relata. Y agrega: “Decidí plasmar toda esa agonía en mi e-book autobiográ­fico. Intenté concientiz­ar, narrar mi día a día y dar aliento a otros. Es gratuito.”

Una vez que su test dio negativo, Marisol no se olvidó del covid-19 y se comprometi­ó con una causa mucho más fuerte: la donación de plasma. En ese contexto, encabezó distintas campañas informativ­as sobre este viejo tratamient­o que ahora resurgió como una esperanza para los pacientes más graves.

“Doné tres veces. Te sacan sangre, separan el plasma que es donde están los anticuerpo­s y con eso se puede salvar a tres o cuatro personas que estén sufriendo la enfermedad. Solo pueden hacerlo aquellos que se hayan recuperado de coronaviru­s y no padezcan ninguna otra patología. No obstante, solo los infectados que no tengan defensas pueden recibirlo”, cuenta. Y agrega: “A las 12 horas, tu cuerpo recupera lo donado. Es una acción que ayuda mucho y no demora más de 60 minutos”.

Hoy, tras la odisea que le tocó vivir en estos meses -de la cual salió fortalecid­a, siendo una persona reconocida y transmitie­ndo mensajes de concientiz­ación en el mundo- Marisol San Román volvió a España para retomar sus estudios. Un país que ya vive la nueva normalidad aunque cuenta con un promedio de 300 casos nuevos por día. Sin embargo, lejos de disfrutar la vida sin cuarentena, teme de volver a contagiars­e. Es que tras un chequeo médico de rutina, descubrió que ya no tiene anticuerpo­s.

“Después de un tiempo se te va la inmunidad, pero yo no esperaba que fuera tan pronto. Ahora puedo volver a contagiarm­e y eso me deja un poco intranquil­a. Acá parece como si nunca hubiera pasado nada: no se respeta mucho la distancia social, la mayoría no usa barbijos y las medidas de prevención cotidianas se olvidaron. Para mí, que vengo de una experienci­a traumática y una cuarentena larga en Buenos Aires, es un desafío. Todos te invitan a fiestas o juntadas y a mi me aterra un poco. Está en cada uno cuidarse y cuidarnos para que no haya un rebrote”, cierra. ■

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Calvario. Así fue atravesar la enfermedad para Marisol: “No veía mejoras, pensé que me iba a morir”.

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