Clarín - Zonal Norte

Aldana Rages

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ron desde el principio.

Una de las situacione­s más hostiles que le tocó vivir se dio una tarde, en una pileta privada. "Había un nene, que no paraba de correr y hacer travesuras, y yo que además estoy estudiando para ser profesora, le insistí varias veces para que se detuviera antes de lastimarse. El padre comenzó a gritarme muy fuerte. Fue una situación bastante violenta la que viví. Me cuestionó el motivo por el cual le llamaba la atención a su hijo gritándome", recuerda enojada Aldana.

"Lo que sentí ese día fue que no hubiese ocurrido lo mismo si yo hubiera sido hombre. Al ser mujer podía llegar a faltarme el respeto, porque sentía que no estaba justificad­o mi accionar. Y al guardavida­s, sea hombre o mujer, no se lo cuestiona, porque estas impartiend­o seguridad dentro del natatorio", agrega.

Aldana cree que la profesión de guardavida­s se encasilló en el género masculino porque "en primer lugar, eran ellos los que podían llevar a cabo las tareas de guardavida­s".

Durante mucho tiempo las tareas de seguridad y prevención estuvieron asociadas a los hombres. "Además por mucho tiempo la mujer no podía ingresar en el cuerpo de seguridad, y ahora está cambiando", explica.

"En el curso de formación las pruebas que te piden son las mismas. Entonces el esfuerzo es el mismo. Yo por mi contextura un poco más pequeña me tengo que esforzar el doble para un rescate, y eso es algo que lo sé y lo imparto, pero no tiene que ver con ser mujer sino con que soy más chiquita". ■

 ??  ?? Esfuerzo. Desde chica, Aldana mezclaba sus horas de secundaria con actividade­s de educación física y el curso para trabajar en piletas.
Esfuerzo. Desde chica, Aldana mezclaba sus horas de secundaria con actividade­s de educación física y el curso para trabajar en piletas.

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