Clarín - Zonal Norte

El librero que fue campeón de atletismo y se entrena a los 89

José María Berardi atiende una librería y dice que tuvo de clientes a Spinetta, Amelita Baltar y hasta el Che Guevara. Empezó a correr a los 62.

- Alex Leibovich aleibovich@clarin.com

En el centro de Martínez, sobre la calle Albarellos al 1916, hay una librería que no es como las demás. Desde lejos, ya se ve su enorme cartel: “El mono sabio”. Y en sus vidrieras se pueden observar decenas y decenas de fotos y recortes de diarios. Sobre cajas y pilas de libros se puede leer: “Nuevo campeón de 4x100 metros en postas”, “Recibiendo la medalla ‘mayores talentos’”, “Nuevo campeón 2010”, “Único campeón en 32 países”. Y es que José María Berardi no es solo librero desde hace más de 60 años, sino también campeón mundial de atletismo.

Comenzó repartiend­o libros por la zona. Iba de casa en casa y así fue ganando varios premios que destacaban su trabajo. Poco a poco se fue haciendo su lugar en el mundo editorial. Llegó a trabajar para Losada. Sin embargo, ya adulto, tuvo un accidente automovilí­stico que casi lo mató: “Me dieron cuatro meses de vida”, relata Berardi. El volante le había destruido completame­nte el hígado y el médico, que era muy amigo, le había dado aquella fatal noticia. Sin embargo, después de dos años se curó: “Solo podía tomar pomelo. Todo lo demás lo devolvía”, cuenta.

Vivía en Palermo pero buscó un local en donde poder ejercer la profesión que ya conocía pero no de forma ambulante, sino permanente, algo que requería su condición por aquel entonces. Así, fundó “El mono sabio”, nombre que le puso su esposa, Catalina, con quien todavía sigue vendiendo en el local junto a Guadalupe, una empleada que ya está desde hace varios años.

A lo largo de los años, las pilas de libros se fueron haciendo más al

tas, a la vez que sus clientes fueron aumentando. En sus casi 60 años pasaron por ella variopinto­s personajes. Un cartel en la vidriera dice: “Estuve recordando cuanta gente de fama pasó por el Mono sabio. Quiero traerles a la luz en el momento de desearles en estas fiestas de paz con todos los suyos”. Y debajo hay una lista que contiene nombres como Amelia Baltar, Fito Páez, Spinetta, Monzón, Jorge Porcel, Mujica Lainez y el Che Guevara.

“Jorge Porcel me rompió el sillón que tenía enfrente”, cuenta entre ri-*

sas. Aquellas figuras no solo eran clientes, según cuenta, sino que Berardi se relacionab­a con ellos, como con cualquier otro vecino del barrio. “Monzón jugaba conmigo al dominó y Sandrini al ajedrez”, recuerda. Mientras, el escritor Mujica Lainez lo visitaba y le preguntaba cuántos libros de él se habían vendido.

“El Che Guevara vino al país vestido de cura. Pasó por acá y compró dos libros para regalar. Recuerdo que era una época de fiesta”, cuenta al pasar. Y personajes del deporte nacional visitaron y aún visitan su

librería, como el mismo Bilardo o el histórico jugador Amadeo Carrizo.

De a poco, y a través de sus hijos, a José María Berardi le fue picando el bichito del deporte. Y fue a los 62 años que decidió ingresar al circuito atlético. “Me agarró la locura. Y lo que logré no lo puedo creer”, dice. No hacen falta sus palabras para dar testimonio. Las tapas de los diarios decoran la vidriera de la librería con sus logros. “Medalla de oro en 40 países”, dice, mientras señala las diferentes fotografía­s que retratan su camino atlético de los últimos 30 años.

Sus éxitos no solo lo fueron llevando cada vez más lejos en distancia, sino también en la experiment­ación de distintas disciplina­s: una victoria en una maratón de 42 km en Mar del Plata, una medalla de oro en posta 4x100 en el Sudamerica­no de Bolivia en 2002, tercero en el Mundial de 2005 en Canadá en salto en alto y salto con garrocha, campeón mundial de 200 metros en Niza, campeón mundial por quinta vez en decatlón, en Nueva Zelanda en el 2017.

Su último viaje internacio­nal por deporte fue en el 2019. Llegó la pandemia y su gira se interrumpi­ó, pero no por eso su disciplina física. “Todos los días me levanto a las 6 de la mañana y salgo a entrenar”, dice. Luego, a las 9 abre la librería en donde atiende junto a su esposa, Catalina, y Guadalupe hasta las 17.

Su historia no alcanza ni para un artículo. Aparte de su faceta librera y deportiva, Berardi tiene un importante gen social. Hace varios años organizó un congreso para niños con capacidade­s diferentes en el Colegio Santa Isabel de San Isidro, con la participac­ión de grandes artistas, entre ellos el mismo actor Hugo Midón. “El motivo por el que yo lo hice fue para que por lo menos entrara un niño con capacidade­s diferentes en cada colegio. Quedó en la historia y nunca más nadie hizo nada como eso. Deberían volver a hacerlo”, declara.

También organizó diferentes fiestas del cuento infantil y hasta ferias del libro. Recuerda hasta hoy a niños que visitaban su librería y que más tarde se hicieron reconocido­s. “Gallardo venía de pibe acá con la mamá y Vilouta, antes de ser periodista, pasaba por la librería de chiquito y después se compró los libros para recibirse de abogado”. O Felipe Contepomi, “felipito”, como él lo llama, el actual director técnico del selecciona­do argentino de rugby.

Una clienta entra a la librería y José María Berardi la atiende. La escucha atentament­e. Mientras, la esposa, Catalina, se sienta en la entrada. El nombre del local refleja el espíritu de su librero. Un ser inquieto, que vivió tantas historias durante sus 89 años y que sigue entrenando y atendiendo como cualquier otro día de su vida.

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Rockero. Berardi es fanático de la música argentina y apasionado por el deporte.

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