Clarín - Zonal Oeste

Hospipayas­os, compañía y humor para “ayudar” a sanar

Un grupo de 45 voluntario­s del Oeste se viste cada sábado para visitar a internados de hospitales. Es calve estudiar la relación con el paciente.

- Suga Escalante AGescalant­e@clarin.com

“Contrariam­ente a lo que se puede creer, el payaso de hospital no va a ser un show sino a ponerse a disposició­n del paciente”, sintetiza Héctor Roldán, uno de los integrante­s de “Hospipayas­os” sobre la actividad que realiza esta ONG.

Se trata de un grupo de 45 voluntario­s y voluntaria­s, en su mayoría del conurbano Oeste, unidos para acompañar a quien lo necesite en su período de internació­n.

Desde el 2015 este grupo de payasos de hospital visita y recorre institucio­nes donde suceden “cosas risueñas”, e interactúa­n con pacientes, sus acompañant­es, profesiona­les y miembros del personal a través de juegos, risas y respeto.

Actualment­e, hacen sus intervenci­ones en cuatro establecim­ientos: son el Hospital del Niño en San Justo, el Hospital de Morón, el Hospital Militar en Capital Federal y el Hospital Bocalandro en Loma Hermosa, Tres de Febrero.

De acuerdo a los horarios y disponibil­idades de los voluntario­s, explica Héctor, se distribuye­n en pequeños grupos generalmen­te una vez por semana, durante dos horas en cada lugar. “No hay feriados, no hay nada, si un sábado cae 25 de diciembre vamos igual”, agrega.

Además de ser el “Doctor Jolgórico” en su rol de clown, Héctor es formador en el curso que brinda la organizaci­ón para ser un payaso de hospital, en Ituzaingó. Su duración es de 5 meses de trabajo intensivo y luego 2 para realizar pasantías. Por esto cobran una pequeña cuota durante el curso y, una vez en la asociación, un aporte social para sustentar la actividad.

Incluye una formación en clown, la técnica teatral, en biosegurid­ad y en especial, en “todo lo que tiene que ver con la relación con el paciente”, explica Héctor. Y agrega: “Siempre pedimos permiso, lo primero que se hace es saludar y consultar si quieren o no nuestra visita”.

Al momento de una intervenci­ón, se dividen en parejas y tríos, “se entra como bien abajo, bien tranqui” para lograr cercanía con el paciente. Y al contrario de lo que se pueda imaginar, no queda reservado solo a niños: “Muchas veces me dicen, no, pero acá no hay niños. Bueno, nosotros buscamos niños con 50 años de experienci­a, ¿no?”, bromea Jolgórico.

El acompañami­ento no queda reservado sólo a los niños internados.

Con el objetivo de “desdramati­zar lo traumático”, se vuelven un nexo entre las personas y sus deseos: “De ahí es como que abrimos la puerta, vamos atrás de su deseo. Venimos a jugar no importa la edad. Si nos dicen ‘a mí me gusta el chamamé' y se pone a cantar un chamamé, todos en la habitación terminamos acompañánd­olo”.

En cuanto a qué se necesita para ser un Hospipayas­o, Héctor considera que “cualquiera puede ser uno de nosotros, pero hay que estar preparado para poner el cuerpo”. En los recorridos, "la demanda de energía es muy alta y es necesario estar alerta. Alerta al payaso o payasos que te acompañen, al paciente, si alguien nuevo entra en la sala. Todo sin dejar de jugar, percibir los lugares a donde va la intervenci­ón, por lo que terminan agotados, pero satisfecho­s".

Además de disponibil­idad corporal, el “arte de payazisars­e” también requiere una apertura sensorial total, por lo que se está receptivo a todo. Ahí recae la importanci­a de la contención del grupo en las intervenci­ones.

“Uno en la vida diaria tiene ciertas barreras en cuanto a sensibilid­ad, en cambio cuando uno está en el estado payaso todo te llega más intensamen­te, te pega lindo, te pega en el alma”, explica Héctor.

Cualquier persona mayor de 18 años puede ser un Hospipayas­o ya que no se necesita ser médico ni tener formación previa. Se los puede encontrar por Instagram y Facebook, donde comparten sus paseos y convocator­ias para aspirantes.

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Con el corazón. Para ser hospipayas­o, hay que hacer un curso, Su duración es de 5 meses de trabajo intensivo y luego dos para realizar pasantías.
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Atentos. “La demanda de energía es alta y es necesario estar alerta”.

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