Ecos

Ibiza, una isla para ver y dejarse ver

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Las calas de Ibiza son una maravilla. Sorpréndas­e porque todavía existen rincones poco masificado­s. Cala Boix, en el este de la isla, o Cala Carbó son dos ejemplos. Desde esta última tendrá una vista privilegia­da del legendario islote Es Vedrá. Otra cala con encanto: Cala Salada, famosa por su agua azul turquesa. Preciosa.

Disfrute de una bonita puesta de sol en el chiringuit­o Cala Escondida, en una atmósfera tranquila y familiar.

Si necesita un ambiente más alternativ­o para la puesta de sol, su lugar es Cala Benirràs. Cuando los últimos rayos de sol despuntan, déjese llevar por el sonido de los tambores, que resuenan al atardecer.

Hippy por un día (o por una semana). Visite los mercadillo­s que hay por toda la isla. No hay que perderse el de Las Dalias (todos los sábados desde febrero hasta noviembre), el Hippy Market Punta Arabí, abierto todos los miércoles de abril a octubre, o el más familiar en Sant Joan, que abre los domingos. Un plan para toda la familia.

Un paseo nocturno por la ciudad vieja de Ibiza (Dalt Vila) es una gozada. Cuando se pone el sol, el casco histórico cambia de aspecto. Compruébel­o.

Senderismo: en menos de hora y media puede alcanzar las puertas del cielo si hace una ruta circular de 3,5 km que arranca cerca de Sant Antoni de Portmany. Su esfuerzo se verá recompensa­do con unas vistas espectacul­ares. La gorra, la crema solar y el agua son imprescind­ibles si hace la caminata en verano.

Clases de yoga al aire libre en el hotel Atzaró Agroturism­o. Si su bolsillo se lo permite, pase aquí un par de noches y volverá a casa con energías renovadas. Todo un lujo para los sentidos.

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