Ecos

La fasc➔nante labor de resta❶rac➔ón del Museo del Prado

Der Prado als Arbeitspla­tz: In der Werkstatt für Rahmen und großformat­ige Gemälde begrüßt uns María Álvarez-Garcillán. Sie ist Restaurato­rin und erklärt, worin ihre Arbeit besteht.

- POR ARANCHA MORENO

Nos adentramos en el Museo Nacional del Prado a través de la Puerta de los Jerónimos, la misma por la que acceden miles de turistas a diario para bajar a las entrañas de una de las pinacoteca­s más prestigios­as del mundo. Allí se ubica el taller de marcos y cuadros de grandes formatos en el que trabaja María Álvarez-Garcillán, una de las restaurado­ras más veteranas, con casi cuarenta años de trayectori­a y especializ­ada en la escuela española del siglo XVII. “No empiezas restaurand­o Murillos”, aclara, refiriéndo­se a los cuadros del célebre pintor Bartolomé Esteban Murillo. “Al principio, hacía un poco de todo, se restauraba menos o de otra manera, pero empecé a especializ­arme en pintura española”. Ahora mismo está rehabilita­ndo varias obras de Murillo y de un par de batallas del pintor italiano Vicente Carducho.

Ejerciendo de guía, primero nos enseña el taller de marcos. “Pertenece al área de restauraci­ón, que comprende talleres de pintura, escultura, papel, marcos, el laboratori­o químico y el gabinete técnico, que es donde se hacen las radiografí­as, los infrarrojo­s y todos los estudios técnicos fotográfic­os”, explica. Los marcos, tan importante­s en ocasiones como el propio cuadro, también sufren el paso del tiempo y necesitan reparacion­es. “Allá donde faltan piezas se hacen moldes de silicona y se rellenan con una resina, que es como pasta de madera, y la pegas. Donde falta la pintura, se estuca, se pone yeso”. Pero el primer paso es limpiarlo, “porque acumulan muchísimo polvo, incluso goma laca o barniz, y eso hay que retirarlo, y aparece el oro en todo su esplendor”. No es fácil manipular el pan de oro “porque se desintegra, es superfino”, así que lo cortan con un cuchillo y lo adhieren con una polonesa, aplican agua de cola y pegan la lámina de oro. Después la pulen con una piedra de ágata y le dan el acabado. Lo cuidan tanto como las pinturas a las que acompañan, pues también son pequeñas obras de arte.

El taller de restauraci­ón de marcos y el de cuadros comparten un mismo espacio. Allí ha pasado tres meses el San Agustín entre Cristo y la Virgen, de Murillo, obra que viajará próximamen­te a una exposición en Shangai. “Es un cuadro muy peculiar, porque la franja de arriba y la de abajo son añadidos posteriore­s”, explica María Álvarez-Garcillán, que aclara que el cuadro es del siglo XVII, pero fue ampliado en el siglo XIX. “No se ha retirado el añadido posterior por no intervenir demasiado en el cuadro. Hacerlo implica desclavar la tela del bastidor, dejarla suelta, quitar el trozo que va pegado a una sobretela que va por detrás y, como el bastidor también es antiguo, los carpintero­s tendrían que cortarlo y volver a clavar la tela. Era un movimiento demasiado exagerado para el cuadro y no era necesario. Y nosotros no intervenim­os si no es necesario”, aclara la restaurado­ra sobre su misión en el taller.

Pinturas como esta podrían presentar quemaduras, porque en la época se usaban velas para alumbrarse. Aunque lo que más daña estos cuadros es el paso del tiempo. “Generalmen­te, se ensucian porque el barniz se oxida. Se va volviendo amarillo,

luego marrón, después pierdes la transparen­cia y, al final, no lo ves bien”, aclara la restaurado­ra. Cuando lo detecta un conservado­r o la pintura es requerida como préstamo para viajar a otro museo, comienza la restauraci­ón. Primero se hace un estudio técnico, después arreglan el soporte, en este caso de tela, lo limpian, lo reintegran, lo barnizan y lo preparan para ponerlo en su marco, bien para regresar al propio museo, bien para viajar a otro. Sacar el cuadro de la sala en la que está expuesto para restaurarl­o conlleva un gran despliegue humano: “Requiere a seis miembros de brigada, al conservado­r, a los electricis­tas para las luces, a los pintores para la cartela, a la persona que se ocupa de la exposición de salas… y a los restaurado­res, que vigilamos el movimiento. Aunque no pasa nada, siempre vamos acompañand­o el cuadro, dentro del museo o fuera. La semana pasada he estado en Lisboa para llevar un cuadro”.

El trabajo de restauraci­ón de María requiere “mucho cuidado, mucha calma y mucha paciencia, para no tapar la pintura original”. Debe ser reversible, estable y legible. Tras limpiarlo, se encarga de rellenar las lagunas del cuadro, las zonas afectadas, trazando puntitos o rayas muy precisas y, finalmente, se pulveriza con barniz. Pero lo primero que hace es informarse de dónde viene el cuadro y cuál es su historia, hablando con el conservado­r de la obra, leyendo sus informes y trabajando coordinada­mente con los técnicos del laboratori­o, que utilizan radiografí­as y fotografía­s con luz infrarroja donde se revelan muchos detalles. Ahí se percibe si hubo cambios de composició­n o arrepentim­ientos del pintor y si este corrigió su pintura original pintando por encima. “Son informacio­nes que te interesa conocer. Si un cuadro salió de España en un carromato, con lluvia, se nota. Cuando haces la radiografí­a, el cuadro está todo arrugado. Con los análisis previos y las notas históricas podemos saber por qué el cuadro está así, por qué llegó en ese estado de conservaci­ón y hasta dónde podemos llegar. Lo importante es dejar el cuadro como si solo hubiera pasado el tiempo por él”.

Tras restaurar obras de Pereda, Zurbarán o Jusepe Leonardo, Álvarez-Garcillán trabaja también en dos batallas de Carducho que se expondrán en el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, en Madrid, que también se está rehabilita­ndo. Allí volverán a lucir once de los doce cuadros de batalla originales, pues uno de ellos salió de España durante la invasión francesa y no regresó. Y entre un cuadro y otro, la restaurado­ra prepara conferenci­as, participa en catálogos o comparte su experienci­a en las redes sociales del museo. Una labor tan apasionant­e como la propia historia que se esconde detrás de cada trazo de las valiosas pinturas que caen en sus hábiles manos.

 ?? ??
 ?? ?? María ÁlvarezGar­cillán con el San Agustín entre Cristo y la Virgen, de Murillo (hacia 1664).
María ÁlvarezGar­cillán con el San Agustín entre Cristo y la Virgen, de Murillo (hacia 1664).
 ?? ?? Taller de restauraci­ón de esculturas. El origen del Taller de Restauraci­ón del Museo del Prado se remonta a la propia fundación del Museo, hace casi 200 años.
Taller de restauraci­ón de esculturas. El origen del Taller de Restauraci­ón del Museo del Prado se remonta a la propia fundación del Museo, hace casi 200 años.
 ?? ?? Vista general del Taller de Restauraci­ón del Museo del Prado.
Vista general del Taller de Restauraci­ón del Museo del Prado.
 ?? ?? María Álvarez-Garcillán restaurand­o un boceto
[Entwurf] de Murillo.
María Álvarez-Garcillán restaurand­o un boceto [Entwurf] de Murillo.
 ?? ?? ARANCHA MORENO periodista especializ­ada en música y cultura. Dirige la revista Efe Eme desde 2015, colabora con medios españoles como Cadena SER y El
País. Su último libro es Quique González: conversaci­ones.
ARANCHA MORENO periodista especializ­ada en música y cultura. Dirige la revista Efe Eme desde 2015, colabora con medios españoles como Cadena SER y El País. Su último libro es Quique González: conversaci­ones.
 ?? ?? Haga un ejercicio en ECOS ÜBUNGSHEFT www.ecos-online.de/
uebungshef­t
Haga un ejercicio en ECOS ÜBUNGSHEFT www.ecos-online.de/ uebungshef­t

Newspapers in Spanish

Newspapers from Austria