Las ultraderechas
Rechtspopulisten und Naziversteher kriechen hierzulande aus allen Löchern. In Spanien sieht es leider nicht anders aus.
Me gustan las bromas sobre los nazis. Me gusta enfrentarme al horror con humor, pensar en Woody Allen, por ejemplo, cuando dice en Manhattan Murder Mystery que cada vez que escucha a Wagner, siente el deseo de invadir Polonia.
Pero, últimamente, tengo más miedo. Porque la ultraderecha, los nazis, los fascistas, cada vez se esconden menos, ya son casi salonfähig. En noviembre hubo un encuentro en Potsdam, muy cerca del palacio de la Wannseekonferenz, donde en 1942 se habló del holocausto. La gentuza que los emuló unos 80 años después —con la participación de Alternative für Deutschland— habló directamente de “remigración”, de expulsar de Alemania a todos los que no sean alemanes —¿qué?— de pura sangre.
De ECOS quedaríamos muy pocos en la redacción y nos gusta mucho hacer esta revista en Múnich. Podríamos hacerla también en Madrid o en Sevilla, por supuesto, pero eso nos gustaría decidirlo por cuenta propia.
Solo que en España las cosas no están mucho mejor. El partido de ultraderecha VOX está gobernando ya en 135 municipios. Su presidente, Santiago Abascal, comparó la investidura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la toma de poder de Hitler en 1933. En Alemania, Abascal ya estaría inhabilitado, sin duda.
En la misma línea se expresó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso —que no es de VOX, sino del PP—, en una entrevista: “Si te llaman fascista, estás en el lado bueno de la historia”. Pues, no, señores, aprendamos de la historia.
No tengo ni idea de qué nos puede salvar. Aprender idiomas, interesarse por otras culturas, de las cuales podemos aprender mucho, es, sin duda, un buen comienzo. Y, por supuesto, la inmigración: nada ha enriquecido más a Alemania o España que abrir sus puertas a personas de otras culturas.