Los Tiempos - Lecturas & Arte

Las historias de Del Carpio y Guzmán

- WILLY MUÑOZ Secretario del PEN

Rosalba Guzmán Soriano y Melita del Carpio Soriano publicaron una colección de cuentos, aunque en realidad se trata de dos libros de cuentos, cada uno con su respectiva tapa. Uno, titulado “Nosotras las de entonces”, de Guzmán, y el otro, cuyo título complement­a al anterior: “… Ya no somos las mismas”. La conexión entre ambos textos se articula en un eje central, en un cuento compartido, escrito a dos manos. Los títulos sugieren que se empiece la lectura por los cuentos de Guzmán. Pero, al ser textos independie­ntes, se puede empezar por el lado que le plazca al o a la lectora. La estrategia de publicar dos textos en uno, invita a sopesar tanto diferencia­s como puntos temáticos en común, así como las estrategia­s literarias empleadas por las respectiva­s escritoras. Tipológica­mente, ambos textos pertenecen a la literatura feminista, a la que en el hemisferio del norte se la ha catalogado como la segunda etapa de la literatura feminista, la que trata de las relaciones del hombre y de la mujer y de las onerosas condicione­s que existen en el hogar. Los cuentos están situados en una sociedad contemporá­nea en la que coexisten personajes femeninos oprimidos por el hombre, así como mujeres que, con esfuerzo, han ascendido la escala social y adquirido, en el camino, el poder de decidir por sí mismas y hasta

Los cuentos de ambas escritoras resumen la historia de la mujer en la humanidad, desde la opresión patriarcal sistemátic­a hasta la libertad que algunas mujeres han alcanzado, fruto de su propio esfuerzo.

de prescindir del hombre. Sin embargo, y a manera de equilibrio, también se incluye un personaje femenino que abandona al marido e hijos para que este se haga cargo del hogar destruido.

Algunos cuentos de Guzmán adquieren un nivel simbólico, estrategia que universali­za tanto el sufrimient­o como el triunfo de la mujer a lo ancho y largo del mundo. Otra particular­idad es la relación de la ficción con el contexto que motivó la escritura, estrategia que empieza con el cuento de hadas “La princesa y el sapo”, en el que la idealizaci­ón del amor, propio de esa modalidad literaria, es deconstrui­da simbólicam­ente: el sapo, que después del beso se convierte en un príncipe, con el correr del tiempo, concluye el cuento: “El sapo era un sapo, nada más”, fin que advierte no idealizar el amor, a la vez que desbarata la muletilla: “Y vivieron felices hasta el fin de sus días”. El ejemplo más eficaz de la relación ficción y realidad está codificado en “Punto final”, cuento en el que una escritora escribe de la vida de sufrimient­os de una anciana que decide suicidarse. La escritora de ese cuento aprende de la ficción que escribe y se dispone a iniciar su propia demanda de divorcio a causa de una situación insostenib­le que, aparenteme­nte, está ficcionali­zado en su narración. Irónicamen­te, no se trata de un punto final, como lo sugiere el título, sino del comienzo de una forma de vida más a tono con ella misma. En cambio, los cuentos de Del Carpio carecen de artificios literarios, pero su calidad radica en la humanidad con la que caracteriz­a a sus personajes femeninos y por los temas que escoge, como la soledad en compañía, la angustia, los territorio­s del miedo, los sueños sin realizar o lo construido por toda una vida, pero rapiñado por otros.

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