Los Tiempos - Lecturas & Arte

La tierra cuenta para Orlando Alandia.

Un viaje por los pigmentos de Orlando Alandia, pintor y arquitecto boliviano radicado en Cochabamba.

- VERÓNICA WEISE VARGAS Curadora y crítica de arte

Buscando un revoque adecuado para un proyecto arquitectó­nico, Orlando Alandia redescubre las posibilida­des de los pigmentos naturales e inicia un viaje tierra adentro. Eso ocurrió en un poblado de Oruro, su tierra natal.

En los frecuentes recorridos por los bellísimos paisajes de cerros y poblados aledaños, su periplo va tornándose en un ritual, un camino interior, reflexivo, contemplat­ivo, maravillad­o por la vida e intrigado por la muerte, vida y muerte, tierra.

Tierra de gente, y de soledad, de ocres que van desde el amarillo terroso al azul ceruleo, el rojo arcilloso y el más negro carbón.

En esos viajes la gente le cuenta sus historias y, generosame­nte, comparte sus pequeños secretos sobre los estratos geológicos que más le interesan: dónde encontrar los colores más intensos, más

Tierra de gente, y de soledad, de ocres que van desde el amarillo terroso al azul ceruleo, el rojo arcilloso y el más negro carbón.

puros. Todo ello lo conecta con la energía telúrica, con esa indefinibl­e sensación que, en la soledad de las inmensas planicies, colinas y cerros, se hace más y más presente: La tierra cuenta.

Al adentrarno­s en su serie pictórica “La tierra cuenta” recorremos con él ese viaje místico a través del milagro telúrico, el mineral, el color de los ocres marrones y mostazas, comprimido­s en bloques casi simétricos, centrales, pesados, que se articulan en forma de huacas funerarias prehispáni­cas esparcidas por el altiplano. En contraste, tenemos la arenisca blanca y el carbón molido, que imprimen los estratos horizontal­es de los macizos, los salares y las llanuras altiplánic­as, la madre tierra.

Orlando es un hombre empírico, laborioso y a su vez reflexivo. Su proceso artístico está vinculado a la meditación, al contacto con los materiales y, en gran medida, al tejido en el sentido de ir hilando capas de pintura, casi a modo de mantra, en las que terminan transparen­tándose los filamentos que las tejen. Si observamos detenidame­nte los bordes de sus grandes planos de color, densos y matéricos en el centro, podremos percibir estos delicados detalles y la variedad de los matices.

Su pintura es abstracta, pero su referente es siempre concreto, nos retorna a la Pachamama, a los Apus, a las huacas, a Bolivia, a la tierra, a la vida y a la muerte.

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