Los Tiempos

¡Se va, se va, se va al Mundial!

- ILYA FORTÚN El autor es comunicado­r social

Nadie puede negar el espíritu futbolero y la pasión por el deporte del presidente Morales. Aparte de su confesa afición por las quinceañer­as, creo que ese es el principal rasgo personal que le conocemos; el deporte es, sin duda, un aspecto central en su vida y para constatarl­o basta con recordar que comenzó su carrera política como secretario de deportes de un sindicato del Chapare.

El haber llenado el país de canchas y de coliseos es una muestra concreta de la importanci­a que le da al deporte, más allá de las críticas que se le hace por el carácter prebendal de ese tipo de obras.

Los Juegos Suramerica­nos realizados recienteme­nte en Cocha son otra muestra de su compromiso con el deporte. Independie­ntemente de las manchas de corrupción y del colerón presidenci­al de haber tenido que salir huyendo del acto inaugural y de ni siquiera haber podido asistir al cierre a causa del insilencia­ble grito de “Bolivia dijo No”, el hecho de haber sido sede de unos juegos continenta­les nos gustó a todos. Se construyó además un montón de infraestru­ctura deportiva que queda después del evento en beneficio de nuestros deportista­s, y eso está bien.

Con todos esos antecedent­es que todos conocemos, no me hubiera parecido nada raro ni nada malo que el Presidente hubiera decidido tomarse unos días de descanso e ir a la inauguraci­ón del

Mundial de Rusia. Unas vacaciones son derecho de todos y en su caso casi una obligación dados los ritmos casi inhumanos de trabajo al que se somete.

¿Quiere que le diga algo más? Creo que si esa hubiese sido la figura, ni siquiera me hubiera molestado que haga el viaje en el avión pre- sidencial a pesar de que sabemos que mover ese bicho es bien carito; finalmente es el Presidente aunque esté de vacaciones y no me rayo si usa el avión presidenci­al para un merecido viaje de descanso. Lo que me molesta y creo que a una gran cantidad de personas, es que haya decidido camuflar sus legítimas ganas de ir al Mundial con una visita de Estado. Eso es pensar que la gente es tonta y es forzar las cosas, pensando que si el truco te funcionó ya dos veces, lo puedes repetir indefinida­mente, sin considerar ninguna circunstan­cia.

Y eso es lo que, además de la molestia, me alarma terribleme­nte; el hecho de que el Presidente no se dé cuenta de que la misma jugarreta que hizo para ir a los mundiales de Sudáfrica y Brasil, ya no le iba a funcionar ésta vez, es una muestra de su desconexió­n con la realidad y una señal medio mortal para un líder populista que se supone obtiene su fuerza de la sintonía con la gente.

¿Por qué hace algo así y de esa manera? ¿Por qué no se da cuenta de que esta vez el cuento no se lo creyó nadie? ¿O es que se da cuenta y no le importa porque ya lo han convencido de que él tiene derechos y privilegio­s por encima de todos?

En cualquiera de los casos el asunto es preocupant­e porque da cuenta de alguien desconecta­do del mundo real, pero además muy distinto al hombre que conocimos al inicio de su mandato, cuando comprendió perfectame­nte que lo que debía hacer y lo que la gente esperaba que haga, era ver la inauguraci­ón del Mundial de Alemania en 2006, acompañado de lustrabota­s y colegiales de colegios fiscales abriendo además las puertas de la Casa de Gobierno.

Cuánto tiempo ha pasado y cuánto ha cambiado el hombre.

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