Bolivia y el cambio climático
Hace pocos días se ha presentado el informe anual del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas (IPCC por sus siglas en inglés). Según el documento, durante el último año se ha mantenido, e incluso acentuado, la tendencia que nos conduce hacia una catástrofe de escala planetaria.
Según las previsiones del estudio, los principales efectos del cambio climático se manifestarán a través de incendios forestales, sequía extrema, lluvias torrenciales y otros desastres naturales, los que afectarán, entre otras cosas, a la agricultura y, por lo tanto, también a la producción de ciertos alimentos.
Este año, como todos los anteriores, no han faltado quienes han puesto en duda la validez del informe del IPCC. Los detractores de este organismo internacional lo acusan de exagerar en algunas de sus apreciaciones, hay quienes ponen en duda la validez científica de los datos en los que se basan sus análisis o, simplemente, llegan a extremos, como en el caso de Donald Trump, de acusar a los científicos de ser parte de una confabulación contra el capitalismo.
En lo que a nuestro país concierne, la situación no es muy diferente. En filas gubernamentales abundan, y se expresan con cada vez mayor vigor, las corrientes que se niegan a atender las recomendaciones del IPCC y acusan a quienes las toman en serio de ser agentes del colonialismo o del imperialismo.
Que así sea no es sorprendente. No habría por qué esperar que nuestro país sea diferente al resto del mundo, donde es cosa cotidiana la confrontación de visiones que separa a quienes dan prioridad a la preservación de la naturaleza por sobre el crecimiento económico y quienes optan por lo opuesto.
Sin embargo, y más allá de las similitudes con lo que ocurre en otras latitudes, el caso boliviano tiene dos peculiaridades. Una, que quienes más firmemente rechazan las advertencias del IPCC son los mismos que hasta hace pocos años abanderaban a escala global la corriente ambientalista más radical. El presidente Evo Morales, por ejemplo, en poco tiempo pasó de encabezar la resistencia planetaria contra los cultivos transgénicos y los biocombustibles a ser su principal propulsor.
La segunda razón que hace de Bolivia un caso especial es que vuelve a aparecer en el informe del IPCC en dos lugares destacados. Entre los que más directamente sufrirán durante las próximas décadas los efectos del cambio climático, por una parte, y en la lista de los que más están contribuyendo a la aceleración y al agravamiento del proceso de destrucción del ambiente planetario. Razones más que suficientes para que los bolivianos asignemos al tema un lugar más importante en nuestra escala de prioridades.