Los Tiempos

Defecto congénito…

- GARY ANTONIO RODRÍGUEZ ÁLVAREZ El autor es economista, magíster en comercio internacio­nal

Recuerdo que siendo niño, mis papás se ocupaban de darme – según sus posibilida­des– lo que yo precisaba en términos de alimentaci­ón, salud, educación y vestimenta. Al ir independiz­ándome, empecé a tomar decisiones y a asumir responsabi­lidades. A Dios doy gracias por sus vidas, porque sólo al pasar por lo que ellos pasaron pude darme cuenta de cuánto sacrificio había implicado a mis padres el cuidarme, educarme y proveerme de lo necesario, a fin de forjar un hombre de bien.

Por ejemplo, mi mamá se encargaba de mi vestimenta, y a ella le debo los primeros ternos que vestí para ocasiones trascenden­tales, aunque, crecidito ya, igual me los regalaba por su inmenso amor. Los ternos que ella hizo confeccion­ar por décadas, para mi papá y para mí, eran afamados por el experto sastre que los hacía, no eran baratos, pero valía la pena el gasto porque duraban años.

Una anécdota: en cierto momento decidí hacerme coser yo mismo mis pantalones y comprarme un par de ternos, pues solía viajar bastante por tra- bajo. Fui donde el afamado sastre para encargarle dos ternos y quise aprovechar llevándole – para que me lo arreglara– un pantalón que me había hecho confeccion­ar por ahí nomás. El reconocido sastre lo examinó de arriba abajo, analizó su diseño, lo dobló cuidadosam­ente y me dijo: “Joven Rodríguez, lléveselo nomás, no se lo puedo arreglar”. Perplejo, no pude resistir el inquirirle la razón, dada su pericia: “Es que tiene un defecto congénito”, dijo. “Y eso ¿qué significa?”, le pregunté. “Que está mal diseñado, así que para arreglarlo lo tendría que deshacer y no se justifica”, me respondió. Así que tuve que resignarme a no volver a usarlo…

¿ Por qué cuento esta historia? Porque ese día aprendí que en la vida hay muchas cosas que el ser humano hace – parecen buenas en su génesis– pero están mal.

Este relato lo he puesto de ejemplo a los colegas periodista­s que, en su buena fe, me han preguntado tantas veces: ¿ Cómo se podría arreglar el intrínguli­s del segundo aguinaldo? ¿Pagando en cuotas? ¿Pagando en especie? ¿Pagando en otro mes? Cuando les cuento esta anécdota –haciendo un paralelo– entienden que el doble aguinaldo no empezó bien y que difícilmen­te tendrá compostura: insistir en algo mal concebido puede implicar tal costo, que mejor sería dejarlo de lado…

(...) el doble aguinaldo no empezó bien y difícilmen­te tendrá compostura: insistir en algo mal concebido puede implicar tal costo, que mejor sería dejarlo de lado…

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