—Cuando dictó sentencia en el caso de la secta de Colliguay estaba haciendo una suplencia ¿Se sintió libre para resolver?
condena a cinco años de cárcel a dos de los siete integrantes de la llamada “secta de Colliguay”, imputados por el homicidio de un lactante de dos días, perpetrado en 2012, causó conmoción en la opinión pública, en marzo pasado.
La defensa de los imputados –confiada en un acuerdo con el Ministerio Público– esperaban la misma pena pero bajo libertad vigilada. Pero Deisy Machuca, jueza de Garantía de Quilpué, cambió el rumbo de la historia del caso.
La ex alumna de Derecho de la UNAB en su fallo sentenció: ¿Hasta qué punto la justicia puede darle valor al delirio místico para eximir de responsabilidad a quienes atentan contra los Derecho Humanos? ¿No sería más equiparable comparar este tipo de actos con los cometidos en Colonia Dignidad o en dictadura? Estos duros cuestionamientos y la seguridad de su decisión final pusieron rápidamente a esta jueza suplente –que había jurado como abogada hacía apenas un año– en el centro de la atención mediática, que incluso llegó calificarla como la mujer de hierro de la justicia chilena. —No es que lo sienta o no, el juez tiene esa libertad. No actué más allá de mis libertades, sino que bajo la libertad que tiene la investidura del juez. Uno puede acoger o no. La libertad del juez, en el procedimiento abreviado, tiene su límite en la pena que solicita el fiscal, siempre que ella sea conforme a derecho. También se puede otorgar una pena más baja. Yo actué dentro de las atribuciones que entrega la ley. Y eso fue el veredicto que resultó. Ahora, eso está por verse en la Corte de Apelaciones, que determinará si lo aprueba o no.