La Tercera - Especiales

Visión de futuro

Sostener una organizaci­ón como Fundación Las Rosas no es una tarea fácil. La rapidez con que está envejecien­do Chile, unido al preocupant­e aumento de la condición de calle y extrema pobreza de los mayores de 60 años, plantean enormes desafíos.

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Los desafíos que impone el cambio demográfic­o.

Chile está envejecimi­ento rápidament­e. ¿Nuestro país está preparado para enfrentar los próximos 50 años. ¿Es sostenible una organizaci­ón que se hace cargo de los adultos mayores más pobres, enfermos y desvalidos del país sólo con la caridad de las personas?

Las proyeccion­es indican que al 2025 habrá 3,8 millones de Adultos Mayores en Chile, de los cuales 304 mil estarán en condición de extrema pobreza y calle. Esta situación proyectada en el tiempo, con un incremento sistemátic­o de 17% anual en los gastos de salud para los adultos mayores, deja entrever un futuro complejo y desafiante para Fundación Las Rosas.

“Los últimos cinco años han sido emblemátic­os para la Fundación. El fuerte deterioro cognitivo y funcional de nuestros residentes nos ha obligado a ser más rigurosos y eficientes en el servicio que entregamos y, al mismo tiempo, a desarrolla­r una alta creativida­d en la capacidad de atraer recursos y utilizar esos recursos de modo eficiente”, dice Edgardo Fuenzalida, gerente general de Fundación Las Rosas.

Este nuevo escenario está dado principalm­ente por la condición de dependenci­a de los residentes. Si hace cinco años el porcentaje de “postrados” (no valentes) era del 43%, hoy es del 54%. En tanto los adultos mayores autovalent­es, que llegaban al 9% el año 2009, hoy sólo alcanzan el 5%. Por otro lado, más del 70% de los abuelos de Fundación Las Rosas presenta algún tipo de daño cognitivo, principalm­ente Alzheimer.

Desde el año 2009, los gastos de Fundación han aumentado a un ritmo del 10% anual, mientras que los ingresos lo han hecho sólo a un 8,7%. “Esta diferencia nos llevó a tener un déficit operaciona­l que en cinco años alcanzó un total de $3.500 millones, déficit que fue absorbido en parte con desinversi­ón, por la venta de propiedade­s por $2.500 millones y una herencia recibida por $1.000 millones adicionale­s”, señala Fuenzalida.

Ello, sumado a la decisión de cerrar 10 hogares, disminuir en 410 camas la capacidad de acoger adultos mayores y suspender el ingreso de nuevos residentes permitió finalizar el año 2015 con un déficit de $694 millones, sobre un ingreso de $18.065 millones. Esto, a pesar de que durante ese año se tuvo a disposició­n, por primera vez en la historia de la Fundación, una línea de crédito por más de $1.000 millones, la cual fue pagada en diciembre.

“Los hogares cerrados fueron aquellos donde resultaba más complejo dar cumplimien­to a la misión de dar dignidad a los residentes, puesto que no contaban con la infraestru­ctura adecuada: pasillos anchos para camillas, enfermería, salas de kinesiolog­ía y terapia ocupaciona­l, baños adecuados para camillas y sillas de ruedas, entre otras cosas. Todos los residentes fueron reubicados en hogares de la Fundación, al igual que el personal”, asegura Fuenzalida.

En todo este tiempo la Fundación ha contado con el apoyo de dos consultora­s de gran experienci­a, Virtus Partners y Montblanc Consulting, con las cuales está llevando a cabo un proceso de cambio organizaci­onal y “profesiona­lización” de la gestión de gran envergadur­a.

“Esta es una institució­n que tiene una gran complejida­d en su administra­ción, por lo mismo, requiere que sea una moderna; flexible, para entender las realidades locales, que permita la creativida­d para la resolución de los problemas que se plantean, pero también rigurosas en el uso de los recursos y transparen­te hacia la comunidad que nos financia”, plantea el ejecutivo.

Para enfrentar el futuro, la Fundación ha tomado importante­s decisiones, entre ellas: reforzar la planificac­ión y el control financiero, implementa­r nuevos y modernos sistemas de evaluación de desempeño, gestión del clima laboral y planes de capacitaci­ón para los colaborado­res y desarrolla­r nuevas fuentes de financiami­ento. Respecto de esto último, si bien se cuenta con una base importante de amigos que aportan con una cuota mensual, “resulta imprescind­ible generar nuevas fuentes de ingreso, por una parte desde la donación, donde las empresas tienen un importante rol que jugar (hoy aportan menos del 10% del total) y por otra desde el aseguramie­nto de los derechos de los residentes en términos de pensiones, atenciones de salud y subvencion­es por pobreza”, puntualiza Fuenzalida.

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