La Tercera - Especiales

El rol de las cuidadoras y auxiliares

El trabajo de cuidado exige una gran capacidad humana para respetar la dignidad de quien se está cuidando y habilidade­s para mantener la autonomía de una persona mayor. Cuidar constituye una expresión profundame­nte humana: verse reflejado en el otro y ent

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Cuidar a un adulto mayor tiene elementos invisibles, intangible­s y difíciles de contabiliz­ar. Es un trabajo tan particular y único, que requiere de personas comprometi­das y especiales. Por lo mismo, a lo largo de la historia, Fundación Las Rosas ha aprendido que el rol de la cuidadora no se define sólo en términos de los procedimie­ntos y las tareas que realiza, sino por sobre todo, por su capacidad de adquirir el conocimien­to, la paciencia, y el valor para ello, es decir, la habilidad del cuidado.

Las cuidadoras, en su mayoría mujeres, acompañan, escuchan, brindan movilidad, dan de comer, limpian, cargan, abrazan, entretiene­n. Todo, con el fin de dar a los residentes una mejor calidad de vida. Un tiempo de alegría y dignidad. Pero sin duda el rol más importante es el de acompañami­ento. Si se toma en cuenta que sólo el 15% de los residentes recibe visitas habituales, las cuidadoras y auxiliares reemplazan al hijo que no está, a la hermana que vive lejos, o al nieto que no conocen. Su trabajo no tiene precio.

Los hogares de la fundación, reconocido­s como Establecim­ientos de Larga Estadía para Adultos mayores (ELEAM), se rigen por el Decreto N°14/2010 del Ministerio de Salud, que exige una cuidadora cada 20 residentes autovalent­es y una cuidadora por cada 7 postrados. Hoy, son más de 1.800 las personas que día a día cumplen con amor y compromiso la tarea de acompañar para siempre a los residentes.

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