La Tercera - Especiales

Un resfrío en Dallas

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Nataly Mardones tiene 28 años y es ingeniera civil industrial. Toda su vida le ha apasionado viajar y conocer distintas culturas. “Siempre que viajo lo hago asegurada, incluso obligo a mi familia a contar con una póliza siempre que salen de Chile, porque no solo te proteges en casos médicos, sino que también ante una posible pérdida del equipaje o documentac­ión”, recalca Mardones.

Entre sus aventuras, solo dos veces le ha tocado hacer uso de su seguro de viajes. La primera vez fue hace nueve años en Buenos Aires, cuando se dobló una mano, lo que le provocó un esguince durante sus vacaciones. En esa ocasión, la atención médica fue totalmente cubierta por su seguro y no tuvo que desembolsa­r dinero en ese ítem en el país vecino. “La segunda vez fue hace dos años en Dallas, Estados Unidos. Ahí comencé a sentirme mal, me afiebré y agripé, por lo que decidí comunicarm­e con la compañía se seguros. Ellos me dijeron que visitara a unos de sus médicos asociados que estaba cerca de mi hotel. El doctor me atendió y no tuve que pagar por la consulta. Sin embargo, sí desembolsé dinero en los medicament­os que me recetó y que tuve que comprar en la farmacia”, señala la ingeniera.

Una vez que regresó a Santiago, presentó la boleta de los medicament­os junto con la receta médica en la compañía asegurador­a y ellos le reembolsar­on el dinero.

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