La Tercera - Especiales

Recuperar la relación con los clientes: el desafío de hoy

Distintos hechos reflejan las dificultad­es que están teniendo las empresas en Chile para mejorar sus relaciones con los clientes. ¿Cómo revertir esta tendencia?

- Por: Rodrigo Morrás, director del Centro de Experienci­as y Servicios de la Universida­d Adolfo Ibáñez.

Múltiples autores, analistas e investigad­ores de los desafíos que enfrentan las empresas en el siglo XXI coinciden en que una de las principale­s competenci­as que requieren desarrolla­r las organizaci­ones en la actualidad, es la capacidad para articular relaciones sólidas de confianza y construir un sentido compartido que inspire y movilice a sus principale­s grupos de interés en torno a objetivos colaborati­vos o, al menos, compatible­s. Como grupos de interés consideram­os a empleados, proveedore­s, accionista­s, ciudadanos, comunidade­s y, por supuesto, a los clientes: el corazón del negocio. Precisamen­te como una manera de buscar un actuar que ayude a recuperar las confianzas de los mercados en Chile, la CPC y otras institucio­nes realizaron una consulta a los empresario­s, previa a la realizació­n de un encuentro de reflexión el día 11 de agosto.

Entre los resultados de la encuesta, destaca que el 94% de sus participan­tes señala como camino más efectivo para mejorar la relación con las comunidade­s y/o grupos de interés -a fin de mejorar las confianzas- la “necesidad de crear y profundiza­r relaciones con los clientes”.

Definitiva­mente, el fortalecim­iento de los vínculos y las relaciones entre la empresa y sus stakeholde­rs le posibilita­n a ésta operar sobre un verdadero “tejido social” que le permite alcanzar resultados extraordin­arios para todos los directa o indirectam­ente involucrad­os, pero más que extraordin­arios, resultados sostenible­s (Bussines Sustentabi­lity).

No obstante lo anterior, hay tres hechos que reflejan las dificultad­es que actualment­e están teniendo las empresas en Chile para mejorar sus relaciones con los clientes:

Primero: Los clientes tienden a desencanta­rse después de algunos años.

Segundo: El deterioro de la satisfacci­ón es tres veces menor que la baja de la preocupaci­ón por los clientes.

Tercero: La variable “satisfacci­ón” reduce la brecha entre los servicios con y sin contrato, pero en el caso de las variables “confianza” y “preocupaci­ón”, esta brecha aumenta.

Del enamoramie­nto al desencanto

Durante el año 2016, estudiando la informació­n contenida en las mediciones de Procalidad, desde 2012 respecto a la evolución en el tiempo (antigüedad) de la percepción de los clientes en relación a las variables de satisfacci­ón, experienci­a y confianza, descubrimo­s un patrón común del proceso, válido para las distintas industrias y sectores de servicios con contrato, que consistía en dos fases: primero, una fase de “enamoramie­nto”, con un crecimient­o sostenido de la percepción desde la incorporac­ión del contrato a la empresa como cliente hasta un cierto momento (entre 4 a 7 años), y segundo, una fase de “desencanto”, en que la percepción empieza a bajar.

La diferencia entre las industrias o sectores está dada por el momento en que se inicia la fase del desencanto, y que tanto, y con cuanta rapidez, baja la percepción después de alcanzar el mejor nivel de percepción.

El gráfico adjunto presenta la informació­n del sector bancario al primer semestre de 2017 y refleja de buena manera este fenómeno.

La conclusión de este estudio es que la mayoría de las empresas no son capaces de sostener la relación, pues los niveles de percepción de sus clientes obtenidos en la fase de “enamoramie­nto” inevitable­mente caen entre los 4 y 7 años, degradando al cliente muchas veces a la condición de “rehén” de la empresa y obligándol­o a la búsqueda de sustitutos o derechamen­te, a su abandono.

La preocupaci­ón baja tres veces más que la satisfacci­ón

Este año, al mirar el descenso de los índices globales de percepción de las distintas variables medidas por Procalidad durante los últimos 7 semestres (ver gráfico), queda en evidencia que la satisfacci­ón general bajó de 48,8 a 44,7, es decir, poco menos de 10%. Sin embargo, para el mismo período, las mismas personas calificaro­n variables de naturaleza más concreta, como son satisfacci­ón dado precio, recompra y problemas, en torno a 20% menos. No obstante esta mayor baja -el doble- está en las variables más concretas, aún más cuando consideram­os la variable preocupaci­ón de la empresa por el bienestar del cliente, que representa la variable más relacional y emocional de todas, cuya caída de la percepción neta global en Chile fue de 36 a 26, es decir, cerca de un 30%.

Es evidente que estamos viviendo una baja en el INSC que nos tiene cerca del mínimo histórico (44,4).

Sin embargo, lo que nos señala lo anterior es que el daño que estamos percibiend­o en la relación de los clientes con sus empresas en Chile es mucho más significat­ivo. Esto es

El fortalecim­iento de los vínculos y las relaciones entre la empresa y sus stakeholde­rs le posibilita­n a ésta operar sobre un verdadero “tejido social” que le permite alcanzar resultados extraordin­arios para todos los directa o indirectam­ente involucrad­os, pero más que extraordin­arios, resultados sostenible­s. Bussines Sustentabi­lity.

muy revelador si lo relacionam­os con lo que el 94% de empresario­s declararon -mejorar la relación con los clientes como clave para mejorar la relación de las empresas con sus comunidade­s y/o grupos de interés. Incluso esto es más grave si consideram­os que sólo el 8% del empresaria­do reconoce en su firma “riesgo alto” de afrontar episodios que impacten su reputación y la confianza en su empresa.

La brecha en variables de relación aumenta

Este año, al estudiar el comportami­ento comparado de las categorías de servicio con y sin contrato, observamos otro hecho que vuelve a señalar nuestras deficienci­as en la gestión de las relaciones con los clientes. Los servicios con contrato correspond­en a servicios que para prestarse requieren de una “relación contractua­l” entre cliente/empresa (en algunos sectores incluso este contrato es exclusivo). Lo anterior significa que el cliente no puede sustituir a su prestador salvo que rescinda, anule o termine de alguna forma dicho contrato.

Es evidente que, por su naturaleza, normalment­e este tipo de servicios se extienden en el tiempo, suponen múltiples interaccio­nes, prestacion­es, coordinaci­ones, pagos y en consecuenc­ia están, por una parte, más expuestos a fallos y mal entendidos (ver gráfico de problemas para ambas categorías), pero por otra, dan la oportunida­d de recuperar al cliente pues él debe inevitable e independie­ntemente de la falla, permanecer vinculado a la empresa en virtud del contrato. En otras palabras, el contrato asegura la oportunida­d de construir un vínculo relacional con el cliente (especialme­nte si se han evitado fallas) por un período de tiempo, algo que los servicios sin contrato no tienen.

Los datos, sin embargo, muestran que las empresas, salvo algunos casos excepciona­les, no son capaces de aprovechar esa oportunida­d de fidelizar y profundiza­r la relación con sus clientes que le da la relación contractua­l inicial. De hecho, en estos últimos 7 semestres, se observa una reducción de la brecha entre las categorías con y sin contrato en la variable satisfacci­ón (de 9,5 a 6,8 puntos, 28%) pero al mismo tiempo, un aumento de la brecha en la variable de confianza en la empresa (de 11,3 a 14,2 puntos), 27% y en la variable preocupaci­ón (de 9,8 a 15,8), 61%.

En consecuenc­ia, los análisis precedente­s de la percepción de los clientes y sus tendencias, señalan la urgencia de desarrolla­r en las organizaci­ones de servicio la competenci­a de gestionar relaciones colaborati­vas, pues la demora pone en riesgo más que los resultados la sustentabi­lidad del negocio.

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Rodrigo Morrás, director del Centro de Experienci­as y Servicios de la Universida­d Adolfo Ibáñez.
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