El estado de la educación financiera de los chilenos
Dos estudios que analizan las habilidades, aptitudes y conocimientos que poseemos respecto de los instrumentos financieros, revelan que existe un pobre manejo de este tipo de conceptos y que la brecha socioeconómica agudiza el analfabetismo financiero.
Cuando se trata de productos y servicios financieros, los chilenos enfrentamos un importante desafío: mientras actualmente el 98% de las personas de 15 años o más cuenta con al menos un producto financiero, dos importantes encuestas demuestran que no contamos con los conocimientos suficientes para hacer buen uso de ellos.
Esos conocimientos forman parte de lo que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) define como educación financiera, esto es, “el proceso por el cual los consumidores e inversionistas financieros mejoran su comprensión de los productos financieros, los conceptos y los riesgos, y, a través de información, instrucción y/o el asesoramiento objetivo, desarrollan las habilidades y confianza para ser más conscientes de los riesgos y oportunidades financieras, tomar decisiones informadas, saber a dónde ir para obtener ayuda y ejercer cualquier acción eficaz para mejorar su bienestar económico”.
En ese contexto, en 2016 la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) junto a la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina publicaron la “Encuesta de medición de capacidades financieras en los países andinos: Chile”, que aplicó en Chile un cuestionario desarrollado por la Red Internacional de la OECD sobre Educación Financiera (INFE) para ser aplicado internacionalmente. Este reporte encendió las primeras luces sobre los desafíos en cuanto a habilidades y conocimientos de los chilenos frente a este tipo de instrumentos: Chile está en lugar 14 de 30 países que han aplicado la encuesta.
En ese contexto, Chile está mejor posicionado que otros países andinos donde se ha aplicado este estudio -como Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, pero se encuentra por debajo del promedio de la OCDE.
Bajo nivel de educación en adolescentes
Cuando la luz se enfoca sobre los jóvenes chilenos el escenario también revela importantes desafíos, como demostró este año la encuesta PISA de Educación Financiera. Este estudio evalúa la alfabetización financiera de estudiantes de 15 años a nivel internacional, testeando temas como los conocimientos sobre términos y conceptos, resolución de problemas y cálculos financieros, conociendo además las actitudes y comportamientos de los estudiantes frente al gasto y al ahorro, uso y posesión de productos (tarjeta de débito, cuenta bancaria) y fuentes de obtención de dinero.
La encuesta, que fue aplicada por primera vez en Chile y fue dada a conocer por la Agencia de Calidad de la Educación, reveló que el puntaje de alfabetización financiera de Chile es de 432 puntos, por debajo de la media de los países OCDE, aunque por sobre países como Perú y Brasil. En tanto, el 38% de los estudiantes chilenos no ha desarrollado las competencias mínimas de alfabetización financiera, y sólo 3% de los estudiantes se encuentra en el nivel considerado más alto.
La prueba también revela que existe una relación entre las brechas socioeconómicas y el nivel de educación financiera: los estudiantes con mayores recursos tienen en promedio mejores puntajes que los jóvenes más vulnerables. Así, en Chile, la varianza de los resultados de alfabetismo financiero se encuentra explicada en 13 % por el estatus socioeconómico (6 % en países de PIB similar), y existe una brecha de 112 puntos entre el grupo más aventajado y más desaventajado. Esto contrasta con el panorama general de los países OCDE, donde, en promedio, el 9,9 % de la varianza se encuentra explicada por el estatus y hay 89 puntos de diferencia entre el grupo más y menos aventajado.
En este aspecto, el rol de la escuela es muy importante para intentar acortar esta brecha pues uno de cada tres estudiantes (34%) declara haber aprendido a manejar su dinero en el contexto escolar. La cifra de quienes aprenden en la escuela se eleva a casi la mitad (45%) cuando se analizan las respuestas de los estudiantes más vulnerables, prácticamente el doble de lo reportado por el grupo socioeconómico alto, donde el 23% declara hacerlo en su establecimiento.