La Tercera - Especiales

Conceptos y acciones

Cómo agregar valor cuando tu cliente es una empresa.

- Por: Héctor Lira, gerente de Consultorí­a Praxis.

Es común que en reuniones con clientes que se encuentran en el negocio B2B -con mayor fuerza en pymes- emerja la pregunta “¿Tiene sentido invertir en la experienci­a cuando a mi cliente lo único que le importa es el precio?”. En efecto, las compañías que se encuentran en el negocio B2B, independie­ntemente de sus tamaños, suelen pensar que la experienci­a del cliente tiene más sentido en los negocios B2C, bajo el paradigma que a sus clientes empresas les importa únicamente la robustez de sus procesos, calidad de sus productos y/o precio.

Sin embargo, al parecer no son consciente­s que gracias al desarrollo tecnológic­o y el comercio internacio­nal se han ido comoditiza­ndo crecientem­ente los productos y servicios, lo que ha implicado que la calidad y eficiencia se torne algo higiénico, forzando a las compañías a buscar nuevas formas de agregar valor a sus clientes. Por otro lado, tampoco han reflexiona­do respecto del costo que implica el desarrollo de iniciativa­s como, por ejemplo, la transforma­ción digital o la implementa­ción de un sistema CRM cuando se hace desde la mirada del experto TI y no desde las necesi-

¿Qué gana otra empresa siendo tu cliente? ¿Cómo le ayudas a mitigar los riesgos propios de su negocio? ¿Cómo cooperas para disminuir el esfuerzo que conlleva su operación?

dades de sus clientes, lo cual conlleva una gran cantidad de adaptacion­es que son muy costosas y terminan mermando la confianza del mismo.

En ese sentido, el enfoque de la Experienci­a de Cliente es muy similar para B2B y B2C, puesto que tiene los mismos principios. No obstante, en la práctica hay ciertas diferencia­s que hacen más compleja en B2B la implementa­ción de una estrategia de gestión de la experienci­a del cliente. En general, las empresas B2B suelen tener los dolores propios de las empresas que, dada la naturaleza de sus rubros, están más centradas en sus procesos y productos que en el cliente: el organizars­e en silos perfectame­nte funcionale­s para la organizaci­ón, pero disfuncion­ales para las necesidade­s que tiene el cliente.

En esa línea, cuando hablamos de la experienci­a del cliente en el negocio B2B es fundamenta­l comprender la complejida­d que este posee. Una dimensión por considerar es la multiplici­dad de roles que interactúa­n entre las cadenas de valor de cada compañía, identifica­ndo quiénes son los decisores, influencia­dores, administra­dores y usuarios de los servicios que la compañía brinda. Otra dimensión es la naturaleza multisite de los clientes empresa, es decir, estos se ubican en diferentes zonas geográfica­s “simultánea­mente” y eso provoca necesidade­s y expectativ­as distintas. Finalmente, otro aspecto a considerar es el hecho de que, muchas veces, tu front office termina estando formado por contratist­as o distribuid­ores que no se gestionan de manera estratégic­a, sino que operativam­ente. Un ejemplo rupestre de esto son los servicios de distribuci­ón y comerciali­zación externos de tus productos y servicios, donde un dolor de cabeza típico es el chofer y peoneta que entregan tus productos todos los días.

En un negocio B2B ambas empresas quieren rentabiliz­ar sus negocios, para lo cual hay más de un camino. Si bien el enfoque tradiciona­l en este tipo de negocios ha sido focalizado en el precio (¿cuánto le cuesta?) y atributos funcionale­s del producto (¿qué necesidad resuelvo?), pocas empresas se cuestionan qué otros aspectos más considerar en la ecuación como, por ejemplo, ¿qué gana una empresa siendo tu cliente? ¿cómo le ayudo a mitigar los riesgos propios de su negocio? ¿cómo coopero para disminuir el esfuerzo que conlleva su operación?

En la medida que se esclarezca­n y resuelvan estos interrogan­tes, desde una perspectiv­a estratégic­a, estamos indirectam­ente incorporan­do elementos de la experienci­a del cliente en la propuesta de valor para segmentos B2B, dado que se disminuirí­a el costo total que tiene un cliente al relacionar­se contigo, donde el precio es un factor más entre otros, pero también lo son los riesgos a los cuales está expuesto y los esfuerzos que debe asumir para sostener su operación. Al final del día, una empresa rentabiliz­a su negocio por tres grandes razones. Primero, porque sus clientes están dispuestos a pagar un mayor precio por los productos y servicios que la compañía ofrece. Segundo, porque sus clientes le compran con mayor frecuencia o mayor cantidad de productos y servicios que antes. Tercero, porque logra optimizar sus costos y reducirlos.

Cómo avanzar

En la práctica, lo más fácil de manipular es este último punto (los costos), dado que está dentro del alcance de intervenci­ón de la compañía. Sin embargo, los dos primeros puntos son más difíciles de movilizar, dado que implica modelar un comportami­ento por parte de los clientes y consumidor­es que no es fácil gatillar. Las expectativ­as de los clientes empresas están evoluciona­ndo y las experienci­as deficiente­s que hasta hace cinco años atrás eran aceptables, están quedando gradualmen­te desfasadas. Hasta cierto punto, hoy en día la experienci­a que tu compañía entrega compite con la mejor experienci­a que un decisor o usuario obtiene en otros mercados, como la experienci­a de compra en Amazon o la de navegación en un iPhone, independie­ntemente de la industria en la cual tu empresa compite.

De ahí que la gestión estratégic­a de la experienci­a del cliente en negocios B2B, donde interactúa­n diferentes cadenas de valor y roles entre sí, sea algo esencial para la sustentabi­lidad a largo plazo. En ese sentido, aún puede poner a una empresa por delante de la curva y darle una ventaja competitiv­a. Sin embargo, con la celeridad de los cambios que estamos viviendo, esto fácilmente podría no ser cierto el próximo año.

¿Tiene sentido invertir en la experienci­a cuando a mi cliente lo único que le importa es el precio? Héctor Lira, gerente de Consultorí­a.

Las empresas B2B suelen tener los dolores propios de las empresas que, dada la naturaleza de sus rubros, están más centradas en sus procesos y productos que en el cliente: el organizars­e en silos perfectame­nte funcionale­s para la organizaci­ón, pero absolutame­nte disfuncion­ales para las necesidade­s que tiene el cliente.

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Héctor Lira, gerente de Consultorí­a Praxis.
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