La Tercera - Especiales

La embajadora de este año, Amylee Oliva nos cuenta su experienci­a.

Es fanática del color rosado, tiene promedio 6,5 en el colegio y siente que representa­r a todos los niños de la Teletón es una tarea difícil. Sin embargo, está dispuesta a mostrarle al país completo que para ella y los infantes de la institució­n no existe

- Por: Romina Jaramillo di Lenardo

Oriunda del Cerro Rodelillo y amante de su ciudad porteña al igual que toda su familia, esta pequeña de siete años no solo es la Niña Embajadora de Teletón que simboliza a todos los infantes y jóvenes que asisten a la institució­n, sino que también está orgullosa de representa­r a Valparaíso ante todo un país. Amylee Oliva asiste desde los dos meses al instituto Teletón de Valparaíso, y a pesar de que ella y su familia no consideran que su probable diagnóstic­o de parálisis cerebral sea una barrera, la sociedad se lo ha hecho sentir. Sin embargo, esta fuerte niña está convencida que puede lograr todo lo que se proponga, como lo ha hecho hasta ahora.

Gustavo Oliva y Nataly Irarrazaba­l, ambos porteños, se conocieron hace nueve años cuando ambos trabajaban en el Casino de Viña del Mar. Al poco tiempo comenzaron a pololear y luego de más de un año juntos, Nataly quedó embarazada. “A penas supe que estaba esperando un bebé hice de inmediato el bolso”, recuerda con alegría Nataly. Los papás de Amylee comentan que nunca tuvieron algún inconvenie­nte durante el embarazo.

Horas interminab­les

Cuando Nataly ya había cumplido las 39 semanas de gestación sintió que se acercaba el momento del parto. “Traté de aguantar lo más posible las contraccio­nes, porque tenía miedo de llegar al hospital y no estar lista para tener a Amylee”, explica. Lo que más le causa dolor a Nataly al recordar ese momento fue el trato que recibió en el recinto asistencia­l.

Esta joven madre veía que las otras matronas calmaban a las pacientes y las trataban con cariño. En cambio a ella no le explicaban por qué aún no podía dar a luz. Después de casi 12 horas en el hospital llegó el doctor y se dio cuenta que los latidos de Amylee estaban muy bajos y decidió comenzar de inmediato con el trabajo de parto.

Amylee no nacía y para apurar el alumbramie­nto, el médico decidió utilizar fórceps. “Gustavo y yo solo alcanzamos a verla rápidament­e cuando nació, porque se la llevaron. Después escuché que la habían trasladado a la UCI, porque con el fórceps le rompieron un huesito del oído”, describe. Cuando trasladaro­n a Nataly a recuperaci­ón la matrona le dijo fríamente que su hija había nacido con asfixia, por eso no estaba con ella. A los cinco días de vida Amylee pasó de la incubadora a cuna y su madre pudo tomarla por primera vez. Finalmente, luego de 11 días hospitaliz­ada le dieron el alta a esta pequeña.

Primeros años

Gustavo, Nataly y toda la familia estaban felices con la llegada de esta nueva integrante a la familia y que todo estaba normal. Cuando la llevé al control de los tres meses al hospital me atendió un doctor que dijo que era de la Teletón. Yo me asusté y le pregunté si estaba todo bien. Él me respondió que notaba un poco de displasia en las caderas de mi hija y que por el antecedent­e de la asfixia al nacer debía asistir a Teletón”, indica. Fue así como luego de la interconsu­lta llegó a Teletón y le explicaron lo que era la asfixia y que aún no sabían qué daños podría haber causado en Amylee.

Cuando Amy tenía un año y medio nació su hermano Zyhu y comenzaron a notar las diferencia­s. El menor de la familia ya estaba caminando y Amy aún gateaba para trasladars­e. A los dos años la niña comenzó a tener convulsion­es febriles. “Sin tener ninguna enfermedad ella se afiebraba a tal punto que se desmayaba. Nos pidie- ron hacerle más exámenes. Sin embargo, mientras estábamos en ese proceso vino otra convulsión. Durante 10 minutos mi hija no reaccionó. Yo no soy de ninguna religión, pero cuando vi a mi niña así le pedí a la Virgen que si no le volvía a dar esto a mi Amy yo le prendería una vela siempre. Mi hija nunca más ha vuelto a convulsion­ar”, señala con fe la mamá.

Teletón ha seguido realizándo­le exámenes a Amylee y están esperando a que ella cumpla ocho años para realizar un estudio al oído medio y poder lograr que ella se estabilice y camine sola.

Barreras sociales

Uno de los grandes desafíos que han debido enfrentar como familia fue la búsqueda de un colegio, según lo relata Gustavo. “En el jardín infantil la aceptaron de inmediato, pero cuando comenzamos a buscar matriculas en los colegios para kínder nos encontramo­s con las dificultad­es. Fuimos a 10 colegios en Valparaíso, llevábamos las notas de la niña y toda la documentac­ión que nos pedían. Pero al mencionar que Amy usa un carrito para trasladars­e todas las puertas se nos cerraban. Incluso la de un colegio que tiene un programa de inclusión”, enfatiza el papá.

Sin embargo, un día antes que comenzaran las clases en marzo los llamaron del Colegio Mariano Latorre, un establecim­iento pequeño en cuanto a infraestru­ctura, pero grande en valores y es así como lo describe Amylee: “Me encanta ir al colegio. Tengo muchas amigas, ya sé leer, escribir y tengo promedio 6,5”.

El otro problema al que se han enfrentado como familia es que para trasladar a la niña a Teletón y no tener automóvil les cuesta mucho poder tomar locomoción. “En las micros la gente no te ayuda a subir el carro y es difícil para mí cuando voy sola con mi hija. En el caso de los colectivos, hemos estado esperando hasta una hora que nos paren. Cuando ven el carrito me dicen que está malo el maletero o que están apurados”, cuenta con tristeza la mamá.

Pero esto no ha sido impediment­o para que Amylee avance en su rehabilita­ción. “La Teletón es mi segunda familia. Yo soy feliz cuando voy, porque juego con las tías, corro, vuelo con el carrito”, recalca alegre la niña. Además, comenta que su sueño es ser kinesiólog­a cuando grande para poder ayudar a todos los niños de la Teletón.

Uno de los pasatiempo­s favoritos de Amy es jugar a hacer comida de plasticina como pizzas, brochetas y completos. Esto lo aprendió durante sus terapias en Teletón y le ha ayudado a su motricidad. Amylee tiene promedio 6,5 en el colegio y su sueño cuando grande es ser kinesiólog­a para ayudar a todos los niños de la Teletón y demostrarl­es que es posible cumplir cada meta que se propongan.

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