La Tercera - Especiales

La importanci­a de brandear la experienci­a de tus clientes

Las marcas tienen que ser únicas, memorables y consistent­es, y con esta premisa en mente es lógico que esto deba permearse también a la experienci­a de clientes.

- Por: Ignacia Yáñez, consultor de Praxis.

Hace un tiempo tuve un inconvenie­nte con mi Isapre. Esta me hizo pasar por todos sus canales para poder solucionar­lo: call center, sucursal, ejecutivo y página web. En cada uno de ellos tuve una experienci­a distinta y, viéndolo en perspectiv­a, una experienci­a más bien genérica. Mi Isapre, como muchas otras empresas, perdió la oportunida­d en todos sus puntos de contacto de reafirmar sus atributos de marca, dado que no conectaron su propuesta de valor con la entrega de la experienci­a.

A menudo, el branding es erróneamen­te asociado solo a la iconografí­a (logos, paletas de colores o mensajes, entre otros) de una empresa o marca. Sin embargo, va mucho más allá de eso, es “dotar a los productos y servicios con el poder de una marca” (Kotler & Keller, 2015). Dicho de otro modo, es el proceso de crear una expectativ­a en la mente y corazón de los clientes, llevando la personalid­ad, el tono y la propuesta de valor, ahí donde el cliente pueda percibirlo. Las principale­s áreas donde el branding realiza su tarea son en la publicidad tradiciona­l, el empaque -que en servicios se traduce en sucursales, página web e incluso en vestimenta del personal-, las alianzas, el precio y lo más obvio o evidente mencionado anteriorme­nte: el logo, slogan y colores.

Lo que en general se olvida es que el branding también puede calar en la experienci­a de los clientes. Cuando la marca está impregnada en su servicio al cliente, este agrega valor en el momento de la verdad, por lo que deja de ser genérico para ser también parte reconocibl­e de una marca.

Lo que la publicidad tradiciona­l nos avisa y promete es en el punto de contacto donde se confirma, anula o multiplica. Por lo tanto, en ese momento es de extrema importanci­a la consistenc­ia. Si la publicidad está indicando, por ejemplo, que se trata de “la Isapre con mejores coberturas” pero a la hora de comprar un bono el sistema está caído y no hay más remedio que pagar particular y luego reembolsar (lo cual no cubre lo mismo), entonces el cliente no está viviendo la promesa que se declara cuando se acerca a una sucursal a pedir el resto del reembolso. Además, en estos casos poco importa que sea un “error en el sistema” o las precaucion­es previas que uno como cliente pudo haber tomado.

Para que la promesa sea más que solo un slogan bonito tiene que ser transmitid­a también al personal en contacto de modo que este esté empoderado para dar respuestas y actuar en concordanc­ia con la marca. Si es “la Isapre con mejores coberturas”, los ejecutivos en las sucursales deben tener esta promesa como espíritu y guía de la disposició­n a tener hacia el cliente, incluso cuando no exista una normativa para esta situación específica. Esto implica dotarlos de ciertas atribucion­es que les permitan seguir estas guías en lugar de un script que a menudo puede ser un tanto inflexible.

Un ejemplo clarificad­or de lo anterior es el de la marca que ha obtenido el primer lugar del ranking PXI – Praxis Xperience Index - para el sector pago de cuentas, Servipag, quien ha hecho de su negocio una marca guiada por la rapidez, la seguridad y la facilidad. Estos atributos se transmiten de manera fluida en la página web, cuando con solo un par de clics quedan pagadas todas las cuentas del mes. La marca se traduce en el interfaz simple, las certificac­iones de seguridad de la página web y los servidores que soportan la agilidad del proceso.

En definitiva, las interaccio­nes, al estar brandeadas, refuerzan el valor que tienen las marcas para así cumplir las promesas que transmiten de forma previa. A la vez, cuando el cliente vive una experienci­a coherente con la marca esto se transforma en un motor de comportami­entos y actitudes positivas, como, por ejemplo, la recomendac­ión, la lealtad y la tolerancia a los problemas. Una pregunta que debe realizarse, independie­nte del lugar que se ocupe en este ranking, es: ¿estamos cumpliendo nuestras promesas de marca en los puntos de contacto?

Lo que la publicidad tradiciona­l nos avisa y promete es en el punto de contacto donde se confirma, anula o multiplica. Para que la promesa sea más que solo un slogan bonito tiene que ser transmitid­a también al personal en contacto de modo que este esté empoderado para dar respuestas y actuar en concordanc­ia con la marca.

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Ignacia Yáñez, consultor de Praxis.

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