Evolución de los ingresos en Chile y sus alcances en los modos de vida y en el territorio
Diversos indicadores dan cuenta de los cambios en los últimos 10 años. Y también se observan algunas tendencias relacionadas con la evolución de los ingresos.
No es una novedad que los ingresos por hogar en promedio han crecido en Chile. Su tendencia en los últimos doce años es clara, y habiendo períodos de menor y mayor incremento, su expresión al aumento es constante y más acelerada a partir de 2011.
Esto no es exclusivo de los grupos más acomodados de la sociedad; es más, los deciles IX y X (la clase alta) han tenido un incremento anual promedio por debajo de un hogar promedio, y es el incremento a nivel país. Si un hogar promedio en Chile ha visto incrementado su ingreso en poco más de 2% al año, para el 50% de los hogares de los deciles II y VI, esta velocidad de incremento es más acelerada, a una tasa de entre 2,5 y 3%.
A pesar de esto, las diferencias entre el decil de más altos ingresos (X) y el resto son muy grandes: uno de estos hogares tiene un ingreso promedio de $2.865.760 pesos, mientras que para el que le sigue en ingresos (IX) es de $1.281.418 pesos. Aún con esta desigualdad en los ingresos existente en el país, la tendencia del incremento es generalizada y tiende a una leve pero constante disminución de la brechas en los sectores medios.
Vehículos de marcas de lujo
Este incremento en los ingresos de los últimos años también ha tenido importan- tes efectos en los modos de vida y que son observables en el territorio. Un mercado ilustrativo de esto es el automotriz: si en 2008 se vendieron alrededor de 230.000 vehículos nuevos, el 2017 esa cifra aumentó en 56%, llegando a 360.00 vehículos nuevos vendidos (ANAC).
Al 2008 casi el 40% de los automóviles pertenecían a hogares del decil de más altos ingresos, hoy ese segmento contiene menos del 20% del mercado. El acceso a este tipo de bienes se ha incrementado notablemente en los últimos años, y en la ciudades de Chile se observan los efectos positivos y negativos de esto. Sin duda, el aumento de los niveles de ingresos de los sectores medios ha traído consigo nuevos desafíos en términos de movilidad y otros aspectos de la vida diaria.
Los cambios en el mercado automotor también son observables en el tipo de producto al que los distintos grupos socioeconómicos están accediendo. El cambio respecto del acceso a marcas de lujos y su manifestación en el territorio muestra una notable expansión en torno a los segmentos de ingresos altos y medios-altos (mapas 2 y 3), bienes que antes se consideraban exclusivos hoy han aumentado su cuota de mercado pasando de poco más de un 7% en 2008 a un 14% en 2017. La distribución actual está correlacionada fuertemente con la distribución del ingreso total observable en el mapa anexo.
Impacto de automóviles chinos
La gran expansión del mercado automotriz también es atribuible en parte a una búsqueda de alternativas de transporte que permitan menor tiempo de viaje en los traslados y mayor autonomía en los desplazamientos.
Otra tendencia reciente de este mercado ha sido la fuerte introducción que han tenido los automóviles de marcas chinas: si en 2008 representaron un 4,1% del total de ventas de autos nuevos ese año, el 2017 duplicaron su participación de mercado, llegando a un 8,5% (ANAC). Y en ventas brutas se han triplicado: el año 2008 se vendieron cerca de 10.000 vehículos chinos, mientras que el 2012 esa cifra llegó a más de 30.000.
Su participación es transversal a los hogares chilenos, con marcada presencia de los sectores medios y GSE C3. Su distribución en la ciudad de Santiago destaca históricos sectores de clase media: Santiago centro, Puente Alto, Maipú y San Bernardo; y otros productos de la expansión urbana de las últimas décadas: Quilicura y La Florida.
Canal supermercadista vs. canal tradicional
Otro cambio notable en las últimas décadas en la transformación de las ciu-
dades ha sido la gran expansión de los canales de venta supermercadistas, que ha abierto una oferta que antes no existía en muchos barrios de Chile, transformación que se vincula directamente al incremento de los ingresos para el desarrollo de nuevos puntos de comercio y servicios en la ciudad que son anclados, en la mayoría de sus casos, en un supermercado.
Este proceso, que se inició en el sector oriente con la apertura del primer supermercado Jumbo el año 1979 en Av. Francisco Bilbao, se fue expandiendo en los sectores de altos ingresos y luego, en las últimas décadas, la cobertura ha alcanzado transversalidad en la ciudades de Chile, aunque sus mecanismo de cobertura son diferentes: en los sectores de altos ingresos su presencia está atomizada, con una mayor presencia de supermercados de menor superficie y dispersos, mientras que hacia los sectores sur y poniente los metros cuadrados de sala de venta están concentrados en grandes polos de comercio: Líder de Quilicura, Arauco Maipú, Plaza Oeste, Plaza Sur y el 14 de La Florida ilustran lo anterior (ver mapa concentración m2 de sala de venta de supermercados).
Esta modalidad de cobertura es más dependiente del vehículo particular, por lo que es un gatillante igualmente en la expansión del mercado automotor para la autonomía y accesibilidad a mejor oferta. Y la vez entra en disputa con los canales tradicionales que perduran a pesar de la expansión de los supermercados, al posicionarse como una oferta local, a nivel de barrio, que satisface las compras de relleno y en sectores de mayores ingresos se ha reconvertido a tiendas especializadas, ofreciendo mayor valor agregado a sus productos (ver mapa distribución canal tradicional).
Los cambios en los modos de vida y en el territorio que se han dado como consecuencia del incremento de los ingresos son muy diversos, sin embargo, tienen como factor común que configura nuevos espacios de oferta y demanda en las ciudades del país que implican desafíos: la generación de nuevos espacios de vivienda con desarrollos inmobiliarios e integración social, generación de espacios de comercio y servicios que amplíen la oferta y la actividades económicas, y por último, la movilidad urbana como transversal para satisfacer las necesidades de las personas.