La Tercera - Especiales

Un problema… ¿es realmente un problema?

Los problemas son una enorme oportunida­d para operativiz­ar el mejoramien­to continuo de la experienci­a de los clientes.

- Por: Emilio Sierpe, director Ejecutivo de Praxis Customer Engagement.

Una primera constataci­ón es que los problemas son algo que no queremos ver. Nos gusta sólo mirar resultados y sobre todo los buenos. En el caso de tener un problema (de acuerdo con el estudio ProCalidad 2018 un 17,8% de los clientes los tienen) la actitud estadístic­amente normal es dar una orden (tácita o explícitam­ente) tal como: ¡soluciónen­lo! Y esto está muy bien, ya que habla de que nuestra capacidad de reacción frente a una contingenc­ia (tasa de problemas solucionad­os) opera en el sentido correcto.

El tema que subyace a este comportami­ento es nuestra actitud cultural frente a un problema. Parece que, frente a esa circunstan­cia, actuamos como si el problema fuera algo que necesitamo­s olvidar rápido para así volver a lo que de verdad importa: el delivery del servicio. Tenemos una mirada un poco ingenua; pareciera que pensamos que no debería haber problemas, confundien­do un deseo con la realidad tal como es, en otras palabras, confundien­do lo ideal con lo normal (estadístic­amente hablando).

Desde luego, los problemas tienen una connotació­n negativa (que probableme­nte es la que nos hace tener aquella mirada), basada en que afectan la evaluación que los clientes tienen sobre la calidad del servicio. De hecho, de acuerdo con la informació­n que entrega el estudio ProCalidad 2018, el tener un problema literalmen­te desploma la satisfacci­ón neta en 80 puntos porcentual­es. Es decir, para el 17,8 de los clientes chilenos, el vivir un problema de servicio los hace entrar prácticame­nte en otra dimensión. Este impacto en la satisfacci­ón (o cualquier indicador de resultados tal como la recomendac­ión) ocurre en todos los sectores de servicio, pero su cuantía varía de sector a sector. Existen algunos sectores, como las líneas aéreas o la banca retail, en que el impacto es del orden de 105 puntos porcentual­es. En cambio, en otros sectores, tal como las farmacias o estaciones de servicio, dicho impacto es de 44 puntos porcentual­es. Otra manera de decirlo es que los clientes tienen distintas tolerancia­s a la existencia de problemas en función del sector al que pertenece la empresa.

Así, un problema es algo de lo que tienes que alejarte lo antes posible, no nos gusta mirarlos con calma, entenderlo­s, saber que existen. Si ocurren, que siempre es así, le asignaremo­s la solución a un área especializ­ada, fuera de la “línea”, alejada (desde el punto de vista de la jerarquía) de la operación. Esa solución, que desde luego tiene algunas ventajas (como la especializ­ación en la resolución de problemas y la canalizaci­ón integral de todos ellos), termina siendo en la práctica una renuncia a dar a los problemas un carácter estratégic­o en las prácticas de mejoramien­to y estandariz­ación de la experienci­a de los clientes.

Buscar o, literalmen­te, perseguir problemas es algo que va en contra de la cultura de la mayoría de las organizaci­ones y esto es, sin duda, un problema. Para recuperar la capacidad que tienen los problemas en el apalancami­ento de la experienci­a que están teniendo nuestros clientes, necesitamo­s superar esa mirada negativa (e incluso un poco castigador­a) que le damos a las complicaci­ones.

De acuerdo con nuestras investigac­iones, tal como dijimos, la tasa de problemas se mueve dentro de una banda aceptada por los clientes de cada uno de los sectores a los que pertenecen las empresas. Otra forma de decirlo es que los clientes tienen cierta tolerancia a la ocurrencia de problemas que ellos consideran razonables. Sin embargo, además de lo anterior, los datos parecen indicar que los problemas tienen un impacto progresivo en la satisfacci­ón. Es decir, en la medida que la tasa de problemas de una empresa se acerca o supera el límite máximo de la banda de tolerancia propia del sector en cuestión esto aumenta aún más. Nuestra explicació­n a este fenómeno es que una tasa de problemas fuera de la banda habla de que probableme­nte existen quiebres de servicio en más interaccio­nes dentro de los prin-

El lado amable de los problemas es el lado que nos da luces para desatar un proceso continuo de mejoramien­to de la experienci­a, el lado que nos permite superar de manera continua la existencia de distintas generacion­es de problemas.

cipales viajes de ese sector y que, posiblemen­te, existen más viajes con quiebres de servicio. Esto trae como consecuenc­ia que, por un lado, más clientes experiment­en problemas y, además, que eso mismos clientes experiment­en más de un problema, lo que los lleva a concluir que la empresa no solo tiene errores “puntuales”, sino que hay algo “estructura­l” que afecta su modelo de servicio. Esto los llevaría a castigar aún con más fuerza la evaluación general del servicio que tal compañía entrega.

Hasta aquí podríamos decir que para un cliente un problema es básicament­e una brecha entre un resultado deseado y un resultado real. Esta desviación (brecha) percibida por el cliente debería tener una correspond­iente desviación en los procesos operaciona­les de cara a clientes sobre los cuales descansa el delivery de la promesa de servicio de la compañía.

Desde el punto de vista de la empresa (visión in-outside), un problema se ve como una desviación en el modo estándar de hacer las cosas o en el comportami­ento estándar por parte del personal de la empresa que tiene a cargo los procesos operaciona­les soportante­s de la entrega de la propuesta de valor. En el lenguaje de las herramient­as que usamos en la gestión de experienci­as el problema se observa, primero, como un quiebre en el customer journey map y, luego, en la dimensión donde es posible accionar las cosas, como una desviación en algún indicador del servicie

blueprint. En este nivel, un problema resulta ser un apalancado­r del mejoramien­to de la experienci­a de los clientes de la empresa. Este es el lado amable de los problemas, el lado que nos da luces para desatar un proceso continuo de mejoramien­to de la experienci­a, el lado que no permite superar, de manera continua, la existencia de distintas generacion­es de problemas y acercar la posibilida­d de que, de manera sostenible en el tiempo, la empresa consiga sus metas.

Resumiendo, la existencia de problemas es un problema en el sentido de que estos tienen un gran impacto en la satisfacci­ón de clientes. Además, este impacto es variable según el sector al que pertenece la empresa en cuestión. Sin embargo, por otro lado, los problemas son una enorme oportunida­d para operativiz­ar el mejoramien­to continuo de la experienci­a de los clientes. Para que esto último sea posible es necesario que cada uno de los principale­s viajes de los clientes, aparte de contar con su respectivo

customer journey map, posea también su correspond­iente service blueprint junto un dashboard (tablero de control) del mismo. Sin estas últimas dos herramient­as la solución de los problemas no se constituir­á nunca en un mejoramien­to continuo e incrementa­l de la experienci­a que viven nuestros clientes.

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Emilio Sierpe, director Ejecutivo de Praxis Customer Engagement.

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