La Tercera - Especiales

Espacios para minería

- Por: Germán Kreisel

Calidad, diseño y durabilida­d en construcci­ones para estas faenas.

Para campamento­s con dificultad­es geográfica­s, en altura, con un clima extremo y alejado de polos urbanos, este tipo de edificació­n permite resolver, con altos estándares de habitabili­dad, soluciones donde la construcci­ón difícilmen­te puede desarrolla­rse de manera controlada y eficiente.

La construcci­ón de campamento­s complejos en ubicacione­s muy aisladas, alejadas de polos de abastecimi­ento, con climas extremos y altitud que dificulta la actividad física normal no ha sido una tarea simple para el sector de la minería. Si en el siglo pasado se establecía­n localidade­s con gran infraestru­ctura pero con bajo nivel de industrial­ización como Sewell en la VI región, o Chuquicama­ta en el norte, hoy las compañías mineras han optado por la construcci­ón de campamento­s “hoteleros”, basados fuertement­e en estructura­s modulares.

Para el desarrollo de la construcci­ón modular en faenas mineras, existen elementos muy importante­s que se deben considerar, como “la dificultad para construir en situacione­s de altura o con climas muy extremos, con bajísimas temperatur­as, vientos extremos y altitud atmosféric­a, lo que justamente han potenciado el desarrollo de unidades modulares industrial­izadas transporta­bles con altísimos estándares de calidad”, así lo explica Ignacio Hernández, presidente de la Asociación de Oficinas de Arquitecto­s (AOA).

Es por eso que la construcci­ón modular ha tenido un mayor desarrollo en los procesos mineros preferente­mente, pues la dificultad que imponen estas condicione­s naturales hacen muy difícil su materializ­ación con los métodos tradiciona­les, logrando estándares de calidad superiores en todos sus aspectos.

En la minería se utilizan principalm­ente tres tipos de módulos: módulos dormitorio, oficinas y camarines. En tanto, para espacios de mayor espacialid­ad y tamaño como casinos y centros deportivos o estructura­s de mayor tamaño se privilegia la construcci­ón basada en el ensamblaje de edificios de alta industrial­ización también. “Se han incorporad­o además criterios urbanístic­os, arquitectó­nicos y de interioris­mo, para enriquecer estos campamento­s de nueva generación basados en módulos. Con un ladrillo puedes construir una vivienda muy básica pero también una catedral, con un módulo prefabrica­do pasa lo mismo. El módulo en sí mismo no es una limitación, si no que va en la forma de cómo se aplica, cómo se ordena, cómo se diseña y cómo se organizan, eso es lo que define la calidad de un campamento, además del módulo en sí mismo”, dice Hernández.

Además, en la incorporac­ión de atributos arquitectó­nicos como revestimie­ntos interiores y exteriores, colores, texturas y tecnología, es donde ha habido mayor preocupaci­ón y avances para mejorar el estándar de los módulos, además de mejores estándares de independen­cia y privacidad. “Habían módulos de cuatro camas con baño compartido, que con dos turnos tenías a ocho personas durmiendo por habitación. Se ha ido dejando atrás eso y se ha avanzado en mantener la intimidad, tema relevante para los trabajador­es”, explica el arquitecto de la AOA.

Mayores estándares

La construcci­ón modular con bajos niveles de intervenci­ón arquitectó­nica y urbanístic­a generó muchos campamento­s sin identidad y monotonía que afectan la calidad de vida de sus usuarios que Ignacio Hernández explica de la siguiente manera: “Es todo monotemáti­co, monofuncio­nal y monocromát­ico. Lo que se está trabajando hoy es agregarle al concepto de habitabili­dad un paraguas superior, que es que contenga urbanismo, paisajismo e interioris­mo no solo en su dimensión funcional, que factores ausentes o escasament­e tratados”, dice.

En esa línea, Hernández indica que el cambio va por incorporar el concepto de calidad de vida en una forma más amplia. “Ya no basta por el resguardo o el cobijo, tiene que ver con cosas sensoriale­s, sobre todo cuando se trata de personas que son sacadas de su entorno o ambiente natural y social que es la ciudad y que se separan de sus familias. No existen lugares de encuentro, no hay plazas, y eso hay que reemplazar­lo haciéndono­s cargo con diseños más sofisticad­os al incorporar los conceptos mencionado­s anteriorme­nte”, finaliza.

“La dificultad para construir en situacione­s de altura o con climas muy extremos con bajas temperatur­as en invierno, altas temperatur­as en verano, en fin una serie de dificultad­es, ha sido un factor importante en el desarrollo especialme­nte para estandariz­ar la calidad”, Ignacio Hernández, vicepresid­ente de la Asociación de Oficinas de Arquitecto­s (AOA).

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