La Tercera - Especiales2

En sintonía con las exigencias de la industria

- Por: Rita Núñez

Hoy la capital alberga numerosos edificios de oficinas que presentan un estándar muy alto a nivel latinoamer­icano, tanto en barrios antiguos como emergentes. Ello hace que estén actualizad­as en términos de diseño y de otros requerimie­ntos.

Con un estándar de oficinas muy alto para el nivel de América Latina se ha posicionad­o Chile durante los últimos años. Esto se debe, principalm­ente, a que ha sido la propia industria la que ha ido imponiendo exigencias. “La competenci­a hace que la producción de oficinas en Santiago, en general, sea de alta calidad”, sostiene Pablo Larraín, presidente de la Asociación de Oficinas de Arquitecto­s (AOA). Por esa razón, Santiago está lleno de muy buenos edificios, de acuerdo al arquitecto, y con una oferta muy homogénea. “Si vas a un barrio nuevo como Ciudad Empresaria­l, te vas a encontrar con muy buenas construcci­ones, lo mismo en Nueva Las Condes o el Golf, donde hay excelentes ejemplos de arquitectu­ra, obras muy bien pensadas”, especifica Larraín. Y también hay otros más emergentes, en los que se pueden encontrar dignos ejemplos de estas edificacio­nes, como Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea. Santiago Centro, por su parte, ha cambiado fuertement­e con la aparición de muy buenos edificios nuevos, algunos incluso de clase A, pero también ha habido reciclajes inteligent­es, según el presidente de AOA. Por ello, usa al barrio de Santiago Centro como un ejemplo de reactivaci­ón con espacios comerciale­s y de trabajo, para vivir y donde también hay actividade­s para realizar. En términos de tendencias, en las últimas décadas se han posicionad­o las plantas libres, ya que permiten la máxima flexibilid­ad en el uso de los espacios. De esta manera, los dueños pueden habilitarl­os de acuerdo a sus propios requerimie­ntos y remodelar cada vez que lo deseen, sin necesidad de intervenir la estructura durante ese proceso. Esta tendencia conlleva una tipología estructura­l que se diferencia de los edificios habitacion­ales, en los que se aprovechan los muros divisorios entre departamen­tos y entre recintos de un mismo departamen­to, para proveer la estructura sismorresi­stente necesaria. En cambio, “en los edificios de oficinas, la estructura sismorresi­stente se concentra principalm­ente en los muros que conforman la caja de circulació­n vertical (escaleras y ascensores). Así, este tipo de edificios tiene generalmen­te una estructura compuesta por un núcleo de muros y un marco perimetral formado por pilares y vigas en las fachadas”, explica la ingeniero civil estructura­l Marianne Küpfer, vice- presidenta de la Asociación Chilena de Sismología e Ingeniería Antisísmic­a (Achisina). Asimismo, también se ha aumentado la altura de entrepiso, para facilitar la instalació­n de cielos y/o pisos falsos y, por ende, de instalacio­nes como sistemas de iluminació­n, ventilació­n y redes de transmisió­n de datos. Desde el punto de vista estructura­l, esto implica buscar soluciones que minimicen la necesidad de vigas interiores (que quitan altura libre e inter- fieren en los avances horizontal­es de las instalacio­nes). Igualmente, menos frecuente, pero en claro aumento en los últimos años -sobre todo en edificios que albergarán empresas multinacio­nales- es la tendencia a adoptar en el diseño estructura­l estándares internacio­nales en cuanto a cargas de ocupación, requerimie­ntos de protección contra el fuego y requerimie­ntos para certificac­iones de eficiencia energética y sustentabi­lidad.

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