La Tercera

Mejorar la educación pública

Hay que generar las condicione­s para que todas las escuelas mejoren su evaluación y dotarlas de un proyecto educativo.

- Rodrigo Bosch

AS ALLA de planteamie­ntos ideológico­s, Chile necesita una educación pública y una educación particular subvencion­ada de buena calidad; juntas representa­n el 93% de la matrícula nacional. No es sustentabl­e un sistema educaciona­l que, por más que sea el líder en Sudamérica, muestra a una de estas dependenci­as con constantes síntomas de agotamient­o. Prueba de ello es el éxodo de alumnos desde el sector municipal al particular subvencion­ado, el que la autoridad ha cifrado entre un 5% y un 10%.

Es errada la estrategia utilizada por algunos de pensar que destruyend­o a una se favorece a la otra. Y es una creencia que ha empantanad­o la posibilida­d real de un diálogo fructífero. La educación pública es un objetivo o meta con la que todas las escuelas de Chile debiéramos medirnos en función del acceso, foco en los aprendizaj­es, oportunida­des sociales, políticas y económi- cas, desarrollo de ciudadanía y tolerancia frente a la diversidad.

La familia chilena (según la encuesta CDC 2012 de educación) nos muestra nítidament­e la razón de la constante migración de matrícula desde la educación municipal a la particular subvencion­ada (fenómeno de mayor antigüedad que el movimiento estudianti­l del 2011). Se trata de un proceso progresivo en el tiempo y que coincide con ciertos hitos.

Hace algunos años, el país era testigo de la paralizaci­ón de actividade­s de los profesores, los cuales pedían reivindica­ciones laborales, y más tarde, del llamado “pingüinazo”, sucesos que también se tradujeron en la pérdida de estudiante­s para el sector público de educación.

Tal cambio está influencia­do por varios factores, pero la encuesta CDC identificó que el 65% de los padres y apoderados lo hace en busca de una convivenci­a escolar que facilite el aprendizaj­e. Sin duda que los constantes comentario­s de “algunos expertos” o “defensores” de la educación pública han contribuid­o a minar la confianza de las familias en estas escuelas al calificarl­as como malas, pobres y con malos profesores.

Pese a la preferenci­a de las familias por la educación particular subvencion­ada, tampoco es posible señalar que toda ella es de calidad. Sin embargo, pese a sus dificultad­es, logra cumplir mejor con las expectativ­as de las familias. De acuerdo a la citada encuesta, de los 16 ítems de atributos medidos, la particular subvencion­ada supera a la municipal en todos, inclusive en áreas como diversidad social y manejo de los recursos públicos.

Hay que generar las condicione­s para que todas las escuelas mejoren su evaluación, recuperar el orden y seguridad para ellas, dotarlas de un propósito (proyecto educativo), y promover mayor interacció­n entre escuelas para comprender y colaborar en transferir las mejores prácticas.

Hay que dejar de denostar a la educación pública y dejar de satanizar a la educación particular, y comprender que la educación es una responsabi­lidad compartida de todos. No es un tema sólo de recursos.

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