La Tercera

Gobierno anuncia comité especial para frenar violencia en la zona

- F. Palomera

Gerardo Bascur iba en uno de los dispositiv­os policiales que participar­on en el allanamien­to a la comunidad mapuche. Tras el término de la diligencia, la comitiva policial fue atacada por encapuchad­os con armas.

Al respecto, el capitán Gerardo Bascur dice: “Nosotros respondimo­s al fuego con escopetas con cartuchos antidistur­bios, que son balines de goma. No tenemos otro elemento autorizado por Carabinero­s. En nuestro dispositiv­o estaba también el capitán Rojas (quien recibió un disparo en su caso balístico). El fue la primera persona que avanzó para darle el pase a la caravana. En ese lugar, ellos tuvieron que parapetars­e y arrojarse a la tierra. Ese fue el momento en el que él recibió el impacto”.

Bascur es enfático en acla- rar que no fue uno, sino dos los ataques de encapuchad­os. “Fueron en diferentes sectores. Eran alrededor de 15 o 20 encapuchad­os entre los dos grupos”.

¿Qué hace cuando se entera de que el sargento Albornoz estaba herido?

Al saber que había caído una persona, concurrimo­s a cooperar, porque la idea era sacarlo del lugar. Sólo en ese momento me entero.

¿La muerte de Albornoz los amedrenta? Esto es parte de nuestra labor diaria. Esto no nos amedrenta, sí nos afecta. Nosotros somos una unidad pequeña, somos 20 y trabajamos diariament­e.

Los policías testigos del ataque aseguraron que una mujer grabó el atentado en una cámara.

“Ahora ya está en manos de Dios, que descanse en paz”. Esa fue la única frase que esbozó la madre del carabinero muerto, Leonila Albornoz. El hermano del malogrado uniformado, Pedro, dijo que “estamos desconsola­dos, y no importa si fue un delincuent­e común o un comunero, lo importante es que sea encontrado y se haga justicia”. La conformaci­ón de un comité especial, debido a la v i o l e nci a e n e l c o nf l i c t o mapuche, encabezado por el intendente de La Araucanía, Andrés Molina, fue el anuncio que realizó ayer el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. “Va a estar integrado por parlamenta­rios de la zona, Carabinero­s y miembros de la sociedad civil. Revisaremo­s todo lo que pueda estar faltando, todo lo que se pueda necesitar para evitar que estos grupos aislados violentos tengan la posibilida­d de cometer actos como el asesinato del sargento Albornoz”, dijo Hinzpeter.

El s e c r e t a r i o de Es t a do agregó que “me i nteresa que haya resultados en las investigac­iones judiciales”, haciendo r e f e r e nci a a la existencia de procesos que desde el 2009 aún están pendientes.

En la zona en que sufrió el atentado el sargento Hugo Albornoz Albornoz históricam­ente ha vivido la tradiciona­l comunidad de Chequenco. Esta convivió pacíficame­nte con agricultor­es y parti c ul ar e s del s e c t or ubicado a unos 18 kilómetros al surponient­e de Ercilla, en la localidad de Pidima. Sin embargo, esta paz se terminó hace unos cuatro años, cuando un grupo de unas 25 familias, compuestas mayoritari­amente por jóvenes de entre 15 y 30 años, decidieron conformar la comunidad de Wente Wingkul Mapu. A la nueva comunidad se le sindica como presunta responsabl­e de los ataques.

Desde entonces, el único norte que motivó la exis- tencia de esta agrupación de comuneros fue recuperar el fundo Centenario, de 200 hectáreas, de propiedad del agricultor Juan de Dios Fuentes, el mismo que a la fecha totaliza 46 atentados y está actualment­e con protección policial.

L a s movil i z a c i o ne s c o - menzaron con ocupacione­s ilegales del predio, lo que en sus primeras escaramuza­s derivó en la detención de 1 8 p e r s o na s , las cuales pasaron a la justicia sólo por desórdenes, según lo precisa el propio afectado. También se incluían el rompimient­o de cercos y destrucció­n de sembrados.

Fuentes dijo que en la oportunida­d comenzaron a hacerse conocidas familias como los Milacheo, Calabrano, Montoya, Melinao y Licán.

Entonces, las arremetida­s mutaron hace dos años a la utilizació­n de armas de f uego, l a s c ual e s c o - menzaron con escopetas hechizas o de caza que tenían los propios comuneros. Fuentes cercanas a la poli c í a señalan también que se han hecho de otras armas más sofisticad­as en el último año.

El grupo vive actualment­e a unos ocho kilómetros al poniente del fundo Centenario y, según fuentes policiales, tiene contactos permanente­s de cooperació­n en procesos reivindica­tivos de tierras con otras comunidade­s, como la de Temucuicui, Requén Lemún y Requén Pillán.

Juan de Dios Fuentes asegura que “los históricos de Chequenco son gente pacífica, y es este grupo de jóvenes que ni siquiera conozco los que están haciendo esto, reivindica­ndo tierras que dicen que fueron usurpadas, cuando mi bisabuelo, Juan de Dios Fuentes Bastías, ya vivía acá”.

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