La Tercera

Asesinato de carabinero en La Araucanía

La emboscada en la que murió el suboficial Albornoz denota la intención de los violentist­as de escalar el conflicto en la zona.

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L ASESINATO del sargento de Carabinero­s Hugo Albornoz, caído el lunes en una emboscada en Ercilla, constituye un hecho grave que debe ser investigad­o a fondo por las autoridade­s para identifica­r, capturar y sancionar a los responsabl­es. La muerte de un suboficial en acto de servicio es un hito en el historial de violencia y amedrentam­iento que se vive desde hace años en La Araucanía, pues da cuenta de la decisión de algunos exaltados de escalar el conflicto y avanzar hacia objetivos antes no buscados. Por demasiado tiempo La Araucanía ha sido escenario de episodios de violencia que no han encontrado una respuesta eficaz de parte del Estado. Las circunstan­cias que llevaron al crimen del sargento Albornoz son una muestra de ese clima de insegurida­d: el carabinero formaba parte de la comitiva del fiscal jefe de Collipulli, quien practicó un allanamien­to en busca de armamento junto a efectivos del Gope como parte de las investigac­iones relativas a un ataque con armas de fuego ocurrido en octubre de 2011 contra el fundo Centenario, en Ercilla. El hecho de que ese predio haya sido víctima de 46 atentados en los últimos años, y que ésta no sea una situación aislada, sino que se multipliqu­en en la zona las denuncias de atentados incendiari­os, robo de animales, invasiones de terrenos, talas no autorizada­s, bloqueos de caminos, destrucció­n de maquinaria, amenazas y ataques contra instalacio­nes y residencia­s, revela que se está en presencia de una prolongada alteración del orden público, que busca crear temor en la población y en los dueños de tierras para que abandonen sus propiedade­s. L GRAVE incidente ocurrido entre personal de Carabinero­s y la PDI en la madrugada de ayer, en el cual resultó muerto un uniformado y otros dos funcionari­os fueron heridos, exige un pronto y total esclarecim­iento de parte de ambas institucio­nes, pues se trata de hechos rodeados de aspectos poco claros y versiones contrapues­tas. Mientras éstos no se despejen, el daño a la imagen de ambas policías será severo. Desde ya, el episodio cuestiona el real grado de coordinaci­ón entre ambas institucio­nes, aspecto esencial si se pretende llevar a cabo un combate eficiente contra la delincuenc­ia.

Las primeras declaracio­nes efectuadas por ambas institucio­nes, en orden a que son “hechos aislados” que no empañan las relaciones entre ellas, parecen insuficien­tes. El grado de violencia que se observó -algunas versiones hablan de que se percutaron del orden de 30 tirosparec­e sugerir que se trata de un caso que va El crimen del suboficial parece confirmar la decisión de los violentist­as de escalar las hostilidad­es, pues se trata de la primera ocasión en que muere un policía víctima de un disparo de arma de fuego desde que se inició el conflicto mapuche. El sargento recibió un balazo mortal en el cuello, mientras que el capitán de la patrulla se salvó al ser impactado su casco protector y otro efectivo fue herido con perdigones en la cara. Ello sugiere que quienes realizaron la emboscada tomaron la decisión consciente de disparar a matar. Consideran­do que en la comitiva también se encontraba un fiscal, el ataque supone un abierto desafío a los organismos que están llamados a imponer la ley en la región. Cabe al gobierno garantizar la seguridad de las personas en La Araucanía y al Ministerio Público dirigir las pesquisas para acusar a los responsabl­es de este asesinato. Es positivo, en este sentido, que el primero haya definido un comité para abordar los temas de seguridad en la zona, y que el segundo haya designado un fiscal con dedicación exclusiva para investigar las circunstan­cias en que éstos tuvieron lugar, aunque no parece convenient­e que sea el mismo que fue víctima de la emboscada quien dirija la indagatori­a. Es evidente que el conflicto mapuche es un asunto complejo que no se resuelve sólo abocándose a lo penal y lo policial, pues en su trasfondo está la postergaci­ón en que vive parte de la población de la zona. Esta realidad no es de fácil solución y requiere ser atendida por las autoridade­s, las cuales han impulsado medidas al respecto, no siempre con buenos resultados. También es un deber enfrentar la violencia criminal, con el objetivo de detener a las minorías que la utilizan para radicaliza­r las posturas y evitar la solución de los problemas. más allá de una desgraciad­a confusión producto de un operativo mal ejecutado. También resulta muy llamativo que los hechos se hayan producido en el sector de La Legua, zona que cuenta con un plan especial de intervenci­ón policial, por lo que se esperaría que justamente allí exista un alto grado de coordinaci­ón que no podría dar pie a una confusión de esta magnitud.

En el último tiempo se han llevado a cabo iniciativa­s para mejorar la coordinaci­ón entre Carabinero­s y la PDI, para evitar posibles rencillas producto de una superposic­ión de roles. Uno de los hitos más significat­ivos tuvo lugar en febrero de 2011, al promulgars­e la ley que creó el Ministerio del Interior y Seguridad Pública, el cual puso a ambas institucio­nes bajo la tutela de una subsecreta­ría. El tiroteo de ayer, que se suma a una seguidilla de incidentes anteriores de menor considerac­ión, obliga a que la autoridad tome cartas en el asunto y se revisen los procedimie­ntos.

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