La Tercera

Discreta conmemorac­ión del primer Viernes Santo feriado en Cuba en cinco décadas

- Isaac Risco La Habana

La procesión de Viernes Santo volvió a celebrarse este año sólo en el patio trasero del templo, pero para la Iglesia del Sagrado Corazón del barrio del Vedado, en La Habana, muchas otras cosas sí han cambiado en 2012. Los fieles ya no necesitan, por ejemplo, pretextos para asistir a los festejos de Semana Santa, contó la secretaria de la parroquia, Karina de Torner. “En otros momentos, muchos católicos teníamos que enfermarno­s en los centros de trabajo, pedir certificad­os médicos”, recordó.

Los católicos cubanos volvieron a celebrar este viernes un feriado de Semana Santa por primera vez en más de medio siglo. Luego de que Raúl Castro correspond­iera hace unos días al pedido del papa Benedicto XVI, Cuba celebró ayer su segunda festividad religiosa tras la Navidad, “devuelta” a los cristianos del país tras la visita de Juan Pablo II en 1998.

La isla antillana no es un país de visible fe católica como otras naciones latinoamer­icanas. En Cuba no se ven grandes procesione­s ni multitudin­arios actos religiosos, sino más bien antiguas tradicione­s cristianas que han sobrevivid­o discretame­nte al ateísmo defendido durante décadas por la Revolución Cubana. La vida en las calles transcurri­ó ayer con normalidad, como un domingo cualquiera. “Para descansar está bueno”, decía Rosemary, de 20 años, una habanera sin vínculo al-

RR guno con la Iglesia Católica. “A mí no me enseñaron ahora, yo toda mi vida he dejado de comer carne y he ido a la iglesia en Semana Santa”, contó, en cambio, Nieves Córdoba, una jubilada de 79 años que visitó varias iglesias en el Vedado para orar en silencio, como es su costumbre. Nieves se crió como católica antes del triunfo de los revolucion­arios de Fidel Castro, en 1959, y mantuvo su fe todo este tiempo, pese a que estuvo casada con un funcionari­o estatal, ya fallecido. “Yo le respeté a él su revoluc i ó n, é l me r e s p e t ó mis creencias”, aseguró.

Aunque no fue nunca oficialmen­te proscrita, la fe católica no estuvo bien vista durante décadas en la isla caribeña. Sobre todo, los miembros del Partido Comunista procuraban mantenerse al margen de prácticas cristianas para no poner en peligro sus carreras. Muchos católicos practicant­es optaban también por asistir a misa a iglesias alejadas, para no ser objeto de recelos en el vecin- dario. Las relaciones EstadoIgle­sia han cambiado en tanto considerab­lemente los últimos años, sobre todo tras la llegada de Raúl Castro al poder, en 2006.

“No es lo mismo la Cuba de hoy que la de entonces”, dijo Teresa Vaz, una monja portuguesa de 78 años, que conoció la isla por primera vez en los años 80. La religiosa, miembro de la orden de las Hermanas del Amor de Dios, vive p e r manent e ment e como misionera en Cuba desde hace más de 10 años. “Nosotros hacemos lo que hicimos siempre”, aseguró, tras participar en una pequeña procesión nocturna de Jueves Santo en la catedral de La Habana, presidida por el cardenal Jaime Ortega. “Pero nos alegra esta apertura hacia todo el pueblo”, agregó.

También Karina de Torner ve una creciente presencia del catolicism­o, convertido casi en “una moda” para cristianos bautizados que vuelven al seno de la Iglesia décadas más tarde, o gente que se acerca por simple curiosidad. Aunque las festividad­es en Cuba no son aún iguales que en el resto del mundo. “Todo el mundo vive la Semana Santa a plenitud”, comentó. “Aquí la vivimos intensamen­te, pero tal vez un poco recogidos”.

Las procesione­s, por ejemplo, no pueden celebrarse fácilmente. Al menos en La Habana se necesitan muchas autorizaci­ones, por lo que su iglesia opta por celebrarla­s siempre en privado, en el patio que da a la calle.

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FOTO: REUTERS

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