Financiamiento estudiantil
alegres, sino ansiosos, como un largo hilo encadenado de hormigas (así me la describió uno de mis médicos estos días); todos yendo en una sola dirección, sin nadie que se detenga y pueda explicarle a uno a qué. ¿A lo que por ningún motivo no hay que perderse? El bombardeo de ofertas en materia cultural, por ejemplo, viene en torrente, le oigo decir a Rafael Gumucio. Uno siempre vuelve a los amigos.
Se me hace ver, también, que han estado cambiando las formas de medición y estaríamos a sólo unos cuatro mil dólares per cápita de convertirnos en país desarrollado. ¿Esa es la explicación? Es probable, aunque no por expectante lo que viene se deja de devolvernos a lo de siempre. Voy a renovar mi carné de chofer, y mientras espero, veo pasar cuatro tipos emblemáticos de la sociedad chilena: adultos mayores como de otra época (aunque no en la comuna donde vivo); jóvenes “cool”, alternativos, vestidos a la moda, y que hablan, muy dueños del mundo, por celular; otros tantos pertenecientes a cierta medianía económica y social difícil de definir; y, por último, algunas personas más modestas, aunque también en ascenso difícil. Al menos dos veces oigo comentarios referidos al gobierno y a la filiación política del alcalde (presumo, no en vano, que dichos en mi beneficio, a sabiendas que recojo este tipo de comentarios). Abro los periódicos, vuelvo a leer twitters y blogs, y vuelve a sorprenderme cierta agresividad altísima y la falta de cohesión social. En fin, parece que estoy de nuevo en casa. L DOCUMENTO “Análisis y Recomendaciones para el Sistema de Financiamiento Estudiantil”, recientemente entregado al gobierno por una comisión asesora, contiene una sólida propuesta.
Arranca con el diagnóstico de que en Chile no existe un sistema coherente de ayudas estudiantiles, sino varios esquemas poco integrados que discriminan entre instituciones, carecen de sustentabilidad y amenazan con imponer cargas excesivas a los estudiantes y sus familias. Las recomendaciones postulan que la sociedad y el Estado deben garantizar el acceso a la Educación Superior (ES) de cualquier joven meritorio, sin importar su origen socioeconómico e ingreso propio o de su hogar. Enseguida señalan la conveniencia de financiar una ES amplia, mediante el esfuerzo combinado de contribuyentes y beneficiarios, fórmula que permite maximizar los aportes para este sector, evitando una transferencia masiva de recursos desde el conjunto de los ciudadanos (incluidos los más pobres) hacia el grupo de jóvenes que anualmente ingresa a la universidad, el cual -de cualquier formarepresenta menos de la mitad de los graduados de la enseñanza media (según la Ocde).
La prensa tilda de antigratuidad este razonamiento, cuando se trata de un argumento pro equidad. También demandan trato igualitario entre estudiantes con independencia de la institución acreditada en que elijan inscribirse. Este principio antidiscriminatorio es crucial para el sano desarrollo de un sistema mixto de provisión como existe en Chile. Luego, reclaman la responsabilidad del gobierno para asegurar máxima información, con el fin de proteger los derechos de los estudiantes e impedir que sean arrastrados por el aumento de los costos universitarios.
Por último, las recomendaciones requieren que el Estado garantice la calidad de las instituciones, de manera que los estudiantes logren aprendizajes significativos a cambio del pago de los aranceles. Adicionalmente, se dice, debería velar porque las matrículas y aranceles se mantengan dentro de límites razonables de precios, en un mercado que, según decía John Stuart Mill, se presta para el engaño y la estafa. Sobre esta base, la comisión propone como medidas el predominio de créditos estudiantiles subsidiados como medio para expandir las oportunidades de estudio y compartir los costos de la ES, oferta amplia de becas de matrícula, arancel y mantención que premie a los jóvenes más esforzados y talentosos de los quintiles de menores ingresos, racionalización de los actuales esquemas de becas y créditos para hacer más equitativa y expedita su asignación y corregir distorsiones arbitrarias, generación de una administración profesional e independiente para la gestión de las ayudas estudiantiles encabezada por personal elegido por la Alta Dirección Pública y, por último, recuperación de los préstamos en función del ingreso de los graduados.
Las ideas subyacentes a estas recomendaciones y medidas expresan una filosofía social-liberal y socialdemócrata que debería aunar consenso en torno a ellas.