La Tercera

Alejandro Jodorowsky, el renacentis­ta que no se apaga ni con ocho décadas

Con 83 años, “está otra vez en la cresta de la ola”, según la revista americana Film Comment. En junio vuelve a rodar en Tocopilla. La danza de la realidad, filme autobiográ­fico, es su primera película después de 22 años y será protagoniz­ada por su hijo B

- Rodrigo González M.

R Veinte años no es nada dice el estribillo de Volver, el tango más emblemátic­o de Carlos Gardel. A Alejandro Jodorowsky, nacido en Tocopilla hace 83 años, el tango lo marcó como a todos los de su generación, en su infancia y juventud. Y si hay héroes o antihéroes en sus películas, estos son siempre solitarios, condenados o salvados por sus propias acciones. En modo tango.

El guiño real entonces es que han pasado 20 años, casi nada en términos tanguístic­os, desde que realizó su última película, El ladrón del arcoíris (1990), una producc i ó n c o n P e t e r O’ T o o l e , Omar Sharif y Christophe­r Lee. El cine es la disciplina, más allá de la sicomagia, los libros e incluso el cómic, donde Jodorowsky cosechó más admiración en su vida.

Desde Fando y Lis en 1968 hasta Santa sangre en 1989, pasando por supuesto por la antológica El topo (1970). Las historias son conocidas: John Lennon y Yoko Ono vieron la película y se transforma­ron en sus abogados y apóstoles. La voz corrió en la turbulenta escena musical y fílmica de los 70 y al carro de admiradore­s se subieron Peter Fonda, Bob Dylan, David Lynch, Dennis Hopper y Peter Gabriel.

Ahora, está “otra vez en la cresta de la ola”, según la prestigios­a revista de cine estadounid­ense Film Comment. En los últimos años y resueltos los problemas de derechos con su viejo productor Allen Klein, se relanzaron en copias remasteriz­adas sus filmes. Y ha tenido “un gran renacimien­to de su carrera en EE.UU.”, anota Film Comment.

A fines del año pasado el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) agotó s us localidade­s para una charla con él: entre los asistentes no había ningún don nadie. Estaban, por ejemplo, Yoko Ono, Courtney Love, Willem Dafoe y Martha Stewart. Al día siguiente presentó El topo en el Lincoln Center a sala repleta.

El retorno

Tras lograr reunir a productore­s franceses y mexicanos, el autor se dispone a realizar un filme que será rodado enterament­e en Chile. Es autobiográ­fico, se hará entre junio y julio, y costará dos millones de dólares según c o n f i r ma su hijo Brontis Jodorowsky, protagonis­ta del trabajo. Tiene el gran mérito de ser el primer l a r g o met r a j e que Jodo-

R rowsky hace en Chile. Las razones hay que buscarlas en un asunto biográfico: La danza de la realidad, que así se llamará la cinta, se basa en la primera parte de su libro homónimo. Es decir es la crianza y la vida en familia en el norte: sus padres, su infancia y su juventud.

El cineasta ya se encuentra en el país trabajando en el casting en el norte de Chile, concentrad­o cuál jugador de fútbol previo a un partido, sin tener demasiado contacto con asuntos extrafílmi­cos. “Ni siquiera quiso que un equipo adjunto realizara un making of de la película. Sólo busca tranquilid­ad”, explica desde París Brontis Jodorowsky. “Yo haré de Jaime Jodorowsky, el padre de Alejandro. Un tipo muy severo y distante, un inmigrante de los progroms de l a vi e j a Rusia.

R Pero Gente sacrificad­a, esforzada, pero sin mucha sicología”, explica Brontis, que en enero estuvo en Chile presentand­o la obra teatral El gorila, dirigida por su padre en Santiago a Mil.

“La haremos en Tocopilla, donde él nació, y en Santiago. Por ahora no queremos dar más nombres de actores. Sólo decir que en junio empieza todo, que mi padre podrá tener 83 años, pero tiene el corazón intacto, la salud perfecta (acaba de hacerse un chequeo) y sólo quiere rodar”, dice Brontis.

Transversa­l

Autor de cerca de 50 álbumes d e c ó mi c s y d e u n a muestra paralela en el Museo de Arte Moderno de París con sus tuiteos (sí, es uno de los artistas más seguidos en el twitter, que él llama “el haiku del siglo XXI”), el realizador acaba de publicar en Italia s u western gr á f i c o Bouncer.

El tiempo pasa en forma inexorable para algunos, pero al parecer no tanto para él. Hace un par de semanas murió el influyente artista francés Moebius, 10 años menor, con el que realizó algunos de sus mejores trabajos. Y esto no lo dice cualquiera. Lo dice Neil Gaiman, uno de los grandes autores de fantasía y de novela gráfica actual: “Para mí, lo mejor de Moebius fue La saga del incal, con Jodorowsky”.

La influencia del autor de Tocopilla parece ser transversa­l. Como relató Peter Biskind en Motores tranquilos, toros salvajes, a inicios de los 70 sentarse en la sala de proyeccion­es de BBS a ver El topo “y fumar un porro con Bert (Schneider), Bob (Rafelson), Dennis Hopper y Jack Nicholson, era lo más in”. Hopper le llegó a mostrar su segunda película The last movie -la que siguió a Busco mi destino- a Jodor o ws k y , e n b u s c a d e su aprobación. No la tuvo.

Ya en el mito queda aquella historia que dice que Peter Gabriel, fan de El topo, se pasó ideando el concepto de The l a mb l i e s d o wn o n Braadway (el disco cumbre de Genesis) tras ver el western de Jodorowsky.

Lo que sí es un hecho es que el año pasado el Festival de Cannes sufrió un nocaut de acción y héroes anónimos con la película Drive, p r o t a g o n i z a d a p o r Rya n Gosling. Se llevó el premio a Mejor Director para el danés Nicolas Winding Refn, quien se la dedicó con nombre y apellido (en los créditos) al realizador de Tocopilla.

¿Pero por qué Jodorowsky, un árbol ya octogenari­o, sigue dando frutos? “Porque siempre hizo lo que quiso”, dice su hijo. “Nadie le impuso nada. En los 70 se podía. Había productore­s arriesgado­s, no financista­s. Estaban Fellini, Bergman y todos ellos. No sé si ahora podrían. Sin embargo, no soy pesimista. Llegaron las cámaras en alta definición, más baratas y a mi padre le gustaron. Por eso está de vuelta”.

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