La Tercera

Resultados de encuesta sobre seguridad ciudadana

El deterioro en este ámbito reclama una acción decidida de parte del gobierno, el cual ha puesto el tema en el centro de su discurso y su acción.

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L INSTITUTO Nacional de Estadístic­as dio a conocer la semana pasada los resultados de la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (Enusc), herramient­a que se aplica anualmente y permite evaluar las percepcion­es de la población sobre el tema y los índices de victimizac­ión. En esta ocasión, el sondeo reveló que tanto esta última como la sensación de insegurida­d sufrieron incremento­s relevantes respecto de su versión anterior. Así, creció desde 28,2% en 2010 a 31,1% en 2011 la proporción de personas que afirma que ellas o algún miembro de su hogar fueron víctimas directas de un delito en los pasados 12 meses. Por su parte, subió desde 34,5% en 2010 a 43% en 2011 la cantidad de personas que creen que ha aumentado la delincuenc­ia en el barrio que residen. Se trata de resultados preocupant­es, que tienden a confirmar otros similares conocidos a través de diversos instrument­os. Todos ellos muestran un retroceso en los avances que se habían venido verificand­o en la lucha contra la delincuenc­ia. Aunque, como recalcó el subsecreta­rio de Prevención del Delito, la situación todavía se compara favorablem­ente respecto de lo que sucedía en 2005, parece evidente que hoy ya no existe espacio para el optimismo y que resulta necesario introducir correccion­es. Durante años, la ciudadanía ha identifica­do la seguridad ciudadana como una de sus principale­s preocupaci­ones, debido a la directa influencia que tiene sobre su estilo y calidad de vida. La sensación de que el problema se tornó muy serio durante las administra­ciones de la Concertaci­ón -pese a las mejoras en los últimos años del gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet- fue uno de los factores YER COMENZO a ser aplicado oficialmen­te el XVIII Censo de Población y VII de Vivienda, proceso que lleva a cabo el Instituto Nacional de Estadístic­as (INE) y que se extenderá por tres meses. Se trata de un proceso altamente valorable, pues a partir de sus resultados será posible diseñar y afinar una serie de políticas públicas en función de la demografía, la realidad socioeconó­mica y los hábitos de la población.

El INE implementó una serie de novedades para el presente censo. Desde luego, es destacable que el levantamie­nto de datos se haga en un plazo de 90 días y no en un solo día, como ocurría hasta el último ejercicio (2002). Contar con mayor plazo permite soslayar eventuales obstáculos (como los climáticos) y que aquellos hogares que no logren ser encuestado­s en una primera oportunida­d sean contactado­s en una fecha posterior. Posiblemen­te uno de los puntos más llamativos tiene que llevaron al triunfo a la candidatur­a de la Coalición por el Cambio en 2010, más aún si ésta identificó correctame­nte la importanci­a del tema y prometió ponerlo como prioridad una vez llegada a La Moneda. Pese a un comienzo auspicioso en el que las cifras continuaro­n mostrando progreso en el combate contra el crimen, y la introducci­ón de una serie de reformas -como la creación del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, junto a una nueva institucio­nalidad-, en términos globales los resultados han sido decepciona­ntes. La autoridad ha señalado que en el deterioro de la percepción pública sobre seguridad en 2011 están presentes aspectos circunstan­ciales, como las manifestac­iones públicas ocurridas ese año, muchas de las cuales terminaron en desórdenes y obligaron a distraer efectivos policiales. Es ésta una explicació­n plausible que constituye una razón más para que La Moneda sea extremadam­ente cuidadosa con el contenido y la coherencia de las señales que emite en este ámbito, para que no surja entre la población, como sucedió en 2011, una percepción de debilidad y confusión respecto de la determinac­ión con que el Ejecutivo aborda la materia. Esta explicació­n, sin embargo, es aplicable a Santiago y a otras urbes, pero no a realidades distintas, como la que parece tener lugar, por ejemplo, en Tarapacá. Pese a exhibir una caída en 2011 respecto de 2010, la región nortina continúa siendo aquella donde la victimizac­ión llega al nivel más alto en el país (44,2%). Allí, el auge que el comercio sexual y el narcotráfi­co han experiment­ado en los últimos años da cuenta de una realidad que debe ser enfrentada de manera específica, tomando en considerac­ión las complejida­des propias de la situación local. que ver con las nuevas preguntas que se incorporan en esta medición. Una de ellas se refiere a la convivenci­a de parejas del mismo sexo; otras apuntan a los hábitos de reciclaje y uso de la energía, como también la relación con las nuevas tecnología­s informátic­as.

El grado de profesiona­lismo que ha alcanzado el INE es destacable, y procesos como el censo, pero también otros datos que procesa esta entidad y que son muy relevantes para el país, como la medición de la inflación, permiten aquilatar la importanci­a de contar con organismos que garanticen la transparen­cia y acuciosida­d en las cifras oficiales. Sería una señal de progreso que la institucio­nalidad del INE avanzara en la línea de total autonomía respecto de las autoridade­s de turno -hoy depende del Ministerio de Economía-, tal como ocurre con el Banco Central. Existe un compromiso presidenci­al en esa línea, y sólo cabe que ello sea una realidad durante el actual mandato.

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