RUMORES DEL PASADO
Gonzalo Maza
ODRÍA decirse que existe una especie de subgénero documental en los países que vivieron las dictaduras en los años 70, y que se trata de las películas de hijos de exiliados que usan el proceso de hacer un documental como dispositivo para descubrir o investigar su infancia o el país de sus padres. En este tipo de películas se da cuenta de las cicatrices que vivieron esas sociedades brutalizadas por la tortura y el exilio, siempre de una perspectiva personal que puede lidiar con juzgar con dureza a los padres ( Mi vida con Carlos de Germán Berger) o el intento de comprensión más racional ( El edificio de los chilenos de Macarena Aguiló). En ese contexto, el gran mérito de El eco de las canciones de Antonia Rossi es otro: el juicio se suspende y se da salida a un gran álbum de recuerdos recolectado a partir de aquellos elementos que los gatillan (como una película animada de Los viajes de Gulliver, por ejemplo). El anhelo es ambicioso, porque podría quedar reducido a un gran collage personal, pero la directora logra crear con pocos elementos y mucha inspiración la empatía de sentir los dolores, pero también los goces, de tener un corazón dividido por dos culturas, y, sobre todo, de recuperar una infancia que se daba por extraviada. Hay aquí una directora muy sensible para seguirle el rastro.