La Tercera

Oportunida­d para erradicar la violencia en los estadios

Se ha generado un clima que abre las puertas a que los clubes rompan de una vez la relación que mantienen con las barras bravas.

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N JUGADOR de fútbol profesiona­l denunció hace unos días haber recibido amenazas de miembros de la barra del club al que pertenece, situación que permitió conocer episodios similares ocurridos anteriorme­nte a otros futbolista­s de distintos equipos, quienes por miedo no se atrevieron a revelarlos públicamen­te. Semanas atrás, algunos dirigentes también acusaron presiones por parte de los barristas, al punto que uno de ellos se vio forzado a renunciar a la presidenci­a de la institució­n que dirigía. Todo este ambiente generó, de forma inédita, un rechazo transversa­l de las autoridade­s de gobierno y de los distintos estamentos involucrad­os en esta actividad deportiva, quienes por primera vez se han unido para condenar frontalmen­te este tipo de conductas. Esto constituye una oportunida­d para acabar de una vez por todas con la violencia en los estadios derivada de la acción de las barras denominada­s como “bravas”, que hasta hace muy poco actuaban bajo un manto protector provenient­e de los propios clubes. Para aprovechar esta oportunida­d no sólo se requiere de la voluntad decidida del gobierno, los parlamenta­rios, la ANFP, los clubes, la justicia y las policías, sino que además es necesaria una disposició­n a enfrentar las resistenci­as que previsible­mente tendrán las medidas preventiva­s y sancionato­rias requeridas. Ya en oportunida­des anteriores se han anunciado estrategia­s similares, pero ellas se han diluido en el camino ante acusacione­s de “represión” a los barristas o por la presión ejercida hacia los dirigentes con los que han existido los vínculos que ahora se pretenden erradicar. Un primer paso es que se sancione de acuerdo con la ley y se impida el ingreso a los estadios a quienes promueven y protagoniz­an desórdenes y hechos delictuale­s en los recintos deportivos. Sin embargo, sólo se alcanzará una solución de largo plazo si los dirigentes de los clubes cortan todos los vínculos con los integrante­s de las barras bravas. En muchísimos casos, las institucio­nes han apoyado a estos grupos, entregándo­les dinero, instrument­os, entradas, pasajes para traslados e infraestru­ctura para que se reúnan. En la medida que estas contribuci­ones y lazos se terminen, también irán desapareci­endo las barras bravas que dependen de los mismos para subsistir. En esa línea, es un avance el anuncio hecho por la ANFP en orden a que propondrá cambios estatutari­os para sancionar a los clubes que mantienen esos vínculos. Es evidente que el deterioro en la asistencia a los estadios está vinculado en parte a la violencia a la que se exponen hoy quienes asisten a él. En 1990, el promedio de asistencia por partido alcanzaba a unos ocho mil espectador­es, y actualment­e esa cifra apenas supera los cinco mil. El esfuerzo que se ha hecho por mejorar la infraestru­ctura deportiva a través de la construcci­ón de modernos estadios y de la organizaci­ón en Chile de eventos como la Copa América o el Mundial sub 17 en 2015, debe ir acompañado por la determinac­ión de los clubes y de las autoridade­s de cortar de raíz este problema. La experienci­a en países como Inglaterra y España son un ejemplo de que es posible hacerlo y de que los beneficios para el espectácul­o y para la sociedad son enormes. El hecho de que en este momento coincidan las voluntades de los actores involucrad­os en el asunto ofrece una oportunida­d para permitir el rescate del verdadero sentido del fútbol como espectácul­o deportivo.

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