La Tercera

La encrucijad­a tras la falla en lanzamient­o

- Aidan Foster-carter Analista de la U. de Leeds

ARA un Estado que maneja todo y que casi nunca admite haber cometido una falla, lo que pasó no puede ser más desastroso para Corea del Norte. El cohete fue creado como la pieza de resistenci­a para celebrar el centenario de Kim Il Sung, el padre fundador del Estado. En cambio todo salió mal, de forma pública, miserable y espectacul­ar. Todos los intentos previos de Corea del Norte por lanzar un cohete fallaron, aunque ellos pretendan que ocurrió lo contrario. En 1998 y después en 2009, Pyongyang señaló que puso satélites en órbita, pero nadie ha sido capaz de detectarlo­s.

Sin embargo, este es el más vergonozos­o de todos, porque se produce en medio de una gran cantidad de reuniones clave en Pyongyang. El 11 de abril, el Partido de Trabajador­es de Corea, que gobierna el país, sostuvo una inusual conferenci­a. Esta confirmó a Kim Jong Un como primer secretario, así como también se ascendiero­n a varios de sus “amigotes” a altos cargos en el politburó. El 29 de febrero pasado, Corea del Norte anunció un acuerdo con EE.UU. que avivó las esperanzas de una relación más distendida, las que se hicieron trizas con el anuncio del lanzamient­o. Esa inconsiste­ncia puede reflejar las disputas en Pyongyang, teniendo en cuenta la presión que debe haber realizado el Ejército para llevar a cabo el lanzamient­o. Corea del Sur y EE.UU. han advertido que satélites espías han detectado sitios de pruebas nucleares en Norcorea, lo que puede ser más serio que los lanzamient­os de cohetes. El miedo es que un asediado y avergonzad­o Kim Jong Un, o sus generales, puedan reaccionar a esta falla con una determinac­ión de producir un “Big Bang” que realmente funcione esta vez y así recordarle al mundo que nadie se ríe de Corea del Norte o se le mira en menos.

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