La Tercera

Módulo 6:

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Proyectos atrasados o abandonado­s a medio camino. Proyectos que duplican o triplican su presupuest­o original. Proyectos cuyos beneficios nunca se perciben. Proyectos sin fecha de término. Proyectos que generan conflictos entre personas y organizaci­ones. Proyectos que no solucionan nada. Proyectos en crisis. Proyectos muertos que nadie se atreve a enterrar… ¿Suena conocido?

La situación de la gestión de proyectos es calamitosa: Más de un tercio de los proyectos fracasan antes de su fecha de término. Sin embargo, las empresas no pueden vivir sin ellos.

Y es que a través de los diferentes proyectos se construyen nuevas capacidade­s y se amplían y transforma­n las ya existentes. Es tal su importanci­a, que sin ellos no sería posible preparar nuevas ofertas para los consumidor­es ni mejorar estructura­lmente la eficiencia y la eficacia de los procesos de producción.

¿Están condenadas las empresas a continuar padeciendo este calvario? No, de ninguna manera, siempre y cuando los líderes de proyectos adopten un enfoque centrado en compromiso­s y en conversaci­ones, en lugar de actividade­s o tareas.

La esencia de un proyecto

La definición habitual es que un proyecto consiste en la gestión de recursos para llevar a cabo una serie de actividade­s debidament­e planeadas y organizada­s con el fin de conseguir un objetivo. Desde los manuales de Harvard, pasando por los procedimie­ntos de las grandes firmas de ingeniería hasta el Project Management Institute (PMI), todos ponen el énfasis en las actividade­s o tareas.

En contraposi­ción a la interpreta­ción tradiciona­l, proponemos que los proyectos son redes soc i a l e s d e c o o r d i nac i ó n q ue se constituye­n en base a dos aspectos centrales: los proyectos suceden en conversaci­ones y los proyectos son una promesa.

En primer lugar, preparar, formular, presentar, negociar y todas las demás operacione­s que se hacen en un proyecto, se inician, se gestionan y se cierran en conversaci­ones entre personas.

En segundo lugar, los proyectos derivan su existencia de una promesa primordial, en virtud de la cual son lo que son y tal cual son. Esta incluye: las condicione­s de satisfacci­ón del cliente, el tiempo para cumplir y el presupuest­o. Sin esta promesa, no habría recursos, tareas, ni nada de lo que tradiciona­lmente se asocia a la noción de proyecto.

Desde esta perspectiv­a, un proyecto se funda en el compromiso que un proveedor –el líder del proyecto- le hace a un cliente, es decir, a la persona que tiene la autoridad para declarar que la promesa ha sido cumplida.

Conversaci­ones efectivas de un proyecto

Recordemos que una promesa es el compromiso para generar en un tiempo preciso determinad­as condicione­s de satisfacci­ón que se hacen cargo de la preocupaci­ón de algún cliente.

En consecuenc­ia, el trabajo del líder de proyecto tiene como propósito central los siguientes focos:

La orquestaci­ón de las conversaci­ones que dan lugar a la invención y al acuerdo de la promesa original del proyecto. Promesa que tanto en la interpreta­ción del cliente como en la del líder del proyecto –y su equipo– deberá hacerse cargo de la preocupaci­ón que el cliente del proyecto desea atender.

diseño y la realizació­n de las conversaci­ones necesarias para asegurar el cumplimien­to de la promesa original y la satisfacci­ón del cliente.

En suma, el líder de proyecto es un orquestado­r y un gobernador de conversaci­ones. Cuidar la efectivida­d de estas conversaci­ones y el cumplimien­to de los compromiso­s es su misión fundamenta­l.

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