La Tercera

Alumbrado público

Edificio de la Luz, 1929

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Los primeros faroles colocados en Santiago, a mediados del siglo XIX, proporcion­aban una claridad que no iba más allá de unos escasos metros y que duraba hasta las 11 de la noche. En la calle se usaron la parafina y el gas como las fuentes de energía. Pero, instalada la electricid­ad, ganó terreno al punto que en 1929 ya había desplazado al gas. Iluminaba mejor, aunque no estuvo exenta de accidentes, como denunciarí­a la prensa de la época. l avance modernizad­or en Santiago, a principios del siglo XX, fue sensible en la adopción de pautas arquitectó­nicas que homogeneiz­aron el aspecto de las principale­s arterias céntricas, conforme a los patrones franceses en boga. Pero otro aspecto, acaso más llamativo, fue el proceso electrifi- cador que llevaron a cabo empresas como Chilean Electric Tramway and Light Co. y la Compañía Nacional de Fuerza Eléctrica, que al fusionarse en 1921 harían nacer la Compañía Chilena de Electricid­ad (actual Chilectra). La energía provista por la electricid­ad movió los tranvías que reemplazar­on a los carros tirados por caballos y permitió dar amplio alcance al sistema de alumbrado público, aportando “luz, fuerza y calor”. Y así se expresaría en lo alto del llamado Edificio de la Luz, en Ahumada con Compañía, donde fue síntoma y símbolo de una época. Hoy, su lugar lo ocupa una multitiend­a, símbolo y síntoma de otro tiempo.

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