La Tercera

Tras el Oscar, la dupla de El Artista estrena comedia

Michel Hazanavici­us y Jean Dujardin vuelven con Los infieles. El director habla sobre su vida después del premio y la nueva cinta.

- Gregorio Belinchón / El País

R Hace dos semanas, Michel Hazanavici­us cruzaba París de una reunión a otra. Director de El artista, el único largometra­je no anglosajón que ha ganado el Oscar a la mejor película (y otras cuatro estatuilla­s), uno se lo imagina respondien­do al teléfono desde una limusina con una secretaria y champán frío. “Puede que se corte, porque voy en bicicleta...”. ¿En bicicleta? “Pero es eléctrica, tiene motor para las cuestas”. Ah, bue-

R no, si tiene motor... “El Oscar, al menos, no ha cambiado mi medio de transporte. No soy yo quien debe decirte si ha afectado mi vida. Serán quienes me rodean. Desde luego, sí me ha abierto otras vías de financiaci­ón. El artista fue un proyecto postergado durante una década, porque nadie creía en él. Cuando venga otro productor a decirme ‘no va a funcionar’, le responderé que lo piense un poquito más”. Hazanavici­us ha logrado lo que no consiguier­on ni Bergman, F e l l i ni o c ua l q ui e r maestro francés: el Oscar más importante. “No pienso en ello. Me da alegría, felicidad, orgullo... Es también una cuestión de suerte, porque el Oscar y la película son cosas distintas. Ni me planteo si me lo merezco”.

Este mes se estrenó en España Los infieles, una película de episodios que coprotagon­izan Jean Dujardin ( El artista) y Gilles Lellouche: los dos actores han sido los motores del proyecto, que coescriben y en el que incluso dirigen alguna pieza. “¿Que cómo es Dujardin como director? No lo sé, porque yo sólo lo dirigí, no fui a su rodaje. Vi la película ya en el estreno. No puedo responder a la cuestión, ni me gusta en general juzgar a los demás. ¿Tú qué opinas?”. Siguiente pregunta. Hazanavici­us llegó a Los infieles de la mano de su íntimo amigo, protagonis­ta también de sus OSS 117, El Cairo, nido de espías y OSS 117, perdido en Río. “Me lo planteé como un mediometra­je, como un episodio para una serie de televisión, formato que conozco. Lo extraño estaba en no controlar el producto final. Entré en el proyecto cuando me propusiero­n el guión. Acepté, sí, por amistad con Jean. Luego reescribí todo lo que pude. En mi caso, el tema no es tanto la infidelida­d, porque es la única historia en la que no consigue ser infiel, como sí hablar de un personaje que describimo­s con un humor cruel, algo grueso. No buscamos un héroe a la vieja usanza, sino un desgraciad­o, y eso era lo que me divertía”.

En c ua nt o a l e s c á ndal o montado en Francia con los dos carteles de la película, en los que se ve a Dujardin en una clara postura sexual sujetando las piernas de una chica y a Lellouche con una cabeza femenina entre sus piernas mientras le dice a su mujer por el celular: “Se va a cortar, voy a entrar en un túnel”, el cineasta reconoce no saber mucho del asunto: “Estaba en plena promoción de los Oscar en Los Angeles. Yo no lo llamaría escándalo. Pasó por el despacho de la Autoridad de Regulación Profesiona­l de la Publicidad (ARPP) sin que dijeran nada, algunas asociacion­es protestaro­n y el distribuid­or decidió retirar los pósters. No me enteré... El reto de perder el Oscar era más importante que un jaleíllo con los carteles [risas]”. Exactament­e no ocurrió así, sino que la ARPP, que había dado el visto bueno, ordenó quitarlos de la calle tras, eso sí, sólo dos quejas.

Hazanavici­us conoce todos los matices de Jean Dujardin: el gesticuler­o de las OSS 117, el alocado de Los infieles o el más sobrio de El artista. “Lo mejor de un actor es que puede fundirse en diferentes personajes, sentimient­os, incluso conceptos. Y yo no separo al Jean de una película de otro. Veo toda una carrera, una cinematogr­afía y luego puede parecerte más moderno o clásico: en Los infieles recrea varios papeles perfectame­nte creíbles, que te recuerdan a gente que conoces; en las otras películas sus personajes son pura fantasía”.

¿Las reuniones a las que va en bicicleta tienen relación con su nueva película? “No, para nada. Estoy escribiend­o, sí, pero ahora voy a otra cosa”. ¿Y ese nuevo argumento? “Trabajo en la adaptación de Los ángeles perdidos en la actualidad. Es la película de Fred Zinnemann que supuso el debut en el cine de Montgomery Clift, y que cuenta cómo un soldado estadounid­ense ayuda a un niño checo a buscar a su madre en el Berlín del final de la II Guerra Mundial. Al traerla a la actualidad se convertirá en un filme muy, muy político”.

Y Hazanavici­us sigue pedaleando. Será bicicleta nueva, ¿no? “Sí, fue un regalo de mi esposa [Bérénice Bejo, la actriz de El artista], pero porque ella rompió la mía y porque era mi cumpleaños. No por el Oscar. Bueno, al menos tengo una bici eléctrica”.

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