La Tercera

“No dudaría en jugar por Chile si pudiera nacionaliz­arme”

Lateral derecho de Universida­d de Chile: Uno de los referentes de los últimos éxitos universita­rios confiesa estar muy cómodo en el país y en la “U”. Pero igual afirma que llegar a la “Albicelest­e” es su mayor sueño y que espera partir a una mejor liga pr

- Felipe Passi

R En el orden de prioridade­s de lo que buscaba en la vida Matías Rodríguez, cuando era un niño, estaban: jugar a la pelota, defender a Boca Juniors, ganar copas y ser llamado a la selección argentina. “Tuve la suerte de llegar a Boca. Te llenas de ilusiones y las quieres lograr. Por suerte he alcanzado muchas glorias, pero ahora quiero otras”, adelanta.

Está casado con su novia de la juventud, Lucía, a quien conoció a los 15 años, y tiene un hijo chileno, además de una hija argentina. Están felices en Santiago y confiesa que, a pesar de que jugar por la “Albicelest­e” es su máximo sueño, aceptaría la

R nacionaliz­ación si fuera de inmediato convocado a la “Roja”.

Usted jugó en Argentina y Uruguay. ¿Cómo ha visto el fútbol acá?

En Argentina ya están muy pasados de rosca. En Uruguay es igual. La gente es muy hincha, demasiado. Hay muchos líos también por eso, por ser tan fanáticos. Pero acá, la gente de la Universida­d de Chile, donde me tocó llegar, son los más parecidos a los argentinos. Como decimos allá, son los “enfermos”, los que están todo el día pensando en la “U”. ¿Qué pensó antes de llegar a la “U”? Fue muy rápido todo para pensar. Jugaba en Nacional y estaba en Argentina, de vacaciones. Me llamó mi agente, que no había definido nada, porque yo estaba por irme a otro lado. Tenía la opción de quedarme en Uruguay o de ir a Huracán, y menos mal que no opté por eso (risas). Y lo de acá todavía no estaba. Justo venden a Osvaldo (González) y al otro día ya estaba acá. “Vamos nomás”, dije. ¿Esperaba todo lo de 2011? Uno sueña. Sueña con todas estas cosas. Cuando uno juega lo ve difícil. Bueno, fue difícil. El año pasado fue soñado e inolvidabl­e, ahora vamos bien y ojalá que sea otro año inolvidabl­e.

Igual la pasó mal... Le costó llegar adonde está ahora.

Los primeros seis meses desde que llegó Jorge (Sampaoli), porque él me puso como stopper. Empecé bien, pero después me desordené mucho, no estaba haciendo bien las cosas en la cancha. Estaba fastidioso. ¿Cómo lo superó? Lo asumí, cambié. ¿Tuvo alguna conversaci­ón con Sampaoli por eso?

Sí, muchas. Varias y largas. Y no sólo con él, también con (Sebastián) Beccacece y otros profes. Hasta con unos compañeros conversé, con los más grandes. Yo estaba mal, pensaba que eso de no ponerme lo hacían de porfiados, pero me hicieron ver que era yo el problema. Mi mujer también me ayudó mucho. Cambié y los siguientes seis meses me fui metiendo donde estoy ahora.

¿Se siente ya una parte importante de la historia de la “U”?

No soy un ídolo. La gente de la “U” me demuestra su cariño, mucho más que cuando llegué. Eso significa que lo estoy haciendo bien. Lo único que puedo decir es que estoy más que agradecido y que seguiré entregando todo hasta el final. Aun así piensa en progresar, ¿no? Uno se va poniendo metas. Y uno quiere buscar algo más cuando cumple cosas. Una mejor liga y, obviamente, asegurar a mi familia. Acá estoy cómodo igual. Pero uno busca saltar a un lugar que debe ser mucho mejor que estar acá, aunque lo de la “U” sea soñado en todo sentido.

¿Le fastidia que le pregunten tanto por lo de la selección argentina?

No me fastidia ni me molesta, pero que estén toda la semana preguntand­o lo mismo y responder cuatro veces lo mismo...

Es su sueño de todas formas, ¿no? ¿Ha recibido algún llamado?

Sí, es un sueño, pero no he recibido ningún llamado, sino que mi representa­nte. Sé que vinieron a verme un par de partidos.

¿Se ve jugando en la próxima fecha

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