Reforma educacional
Señor director: Debiese llamar la atención que la jerarquía de la Iglesia Católica persista en sus críticas a la reforma a la educación, señalando que “el país ha perdido una gran oportunidad”, y sin hacerse cargo de lo que como sector incumbente debe asumir: que no son la voz del país, sino de un sector importante, y que para ellos fue también una gran oportunidad de abandonar las prácticas excluyentes que han caracterizado a buena parte de los establecimientos adscritos a esa religión, atendiendo las demandas de inclusión con las que algunos religiosos han convocado a su propia iglesia para que sea más consecuente con el mensaje de su inspirador.
Por cierto, esta ley tiene mucho que ver con la calidad. Este no es un concepto abstracto; se relaciona con recursos para ofrecer educación. Los recursos públicos deben ser administrados con mucha transparencia y rigor para que cumplan su objetivo, lo que implica mayor gestión. No habrá sociedad futura si no aprendemos ahora a incluir a los diferentes; ese es el desafío de la calidad en una visión de largo plazo. Un país se construye con todos, ese es el sentido de los recursos públicos.
Finalmente, comparto el sentir de la Iglesia, pues “sólo en el tiempo se podrá evaluar qué normas eran pertinentes y adecuadas, y cuáles no, lo que debería derivar más adelante en cambios a esta ley”. Señor director: En el proceso legislativo para aprobar la reforma educacional se produjeron varios cambios, y es bueno saber qué se aprobó. El resultado es un proyecto que no menciona la calidad, sino meros cambios administrativos y financieros que no se plasmarán en una mejora a la educación.
Eliminaron el lucro sin distinguir entre instituciones que lo hacen bien y mal. Eliminaron el copago, lo que sólo logrará sustraer recursos del sistema, contrario a lo que debe hacerse de acuerdo con todos los informes internacionales. Eliminaron la selección cambiando el criterio de justicia por el del azar, con la promesa de volver a legislar al respecto sólo para algunos colegios, una práctica legislativa cuestionable y discriminatoria.