La Tercera

La defensa que no fue

- Axel Buchheiste­r

ANTES QUE terminara enero, el gobierno obtuvo la aprobación de varias iniciativa­s importante­s en el Congreso, lo que fue presentado como un triunfo político. En verdad no es para tanto, cuando siempre tuvo los votos para aprobarlas, incluída la reforma electoral, en que parlamenta­rios escindidos de la Alianza se sabía que votarían con el oficialism­o; era cosa de hacer una oferta no muy costosa, como facilitarl­es formar un partido.

Sin embargo, en la reforma educaciona­l efectivame­nte el gobierno se anotó un triunfo, ya que durante un tiempo estuvo en duda la aprobación de aspectos centrales. Es que se supuso que la DC no aprobaría tan fácilmente la prohibició­n del lucro, el copago y la selección. Desde luego, porque la libertad de enseñanza, que involucra tanto el derecho de fundar y mantener colegios, como la libertad de los padres a elegir el suyo, forma parte del humanismo cristiano, doctrina que se supone inspira a ese partido. Pero, además, porque en el mundo relacionad­o con los colegios subvencion­ados, entre padres, profesores y sostenedor­es hay, sin duda, una base muy proclive a la DC, cuando no simpatizan­te o militante. Vale decir, no sólo los principios moverían a una defensa de la libertad de enseñanza, sino que también el pragmatism­o. Y finalmente, porque el presidente del partido dijo que éste la defendería.

Pero aprobada la ley, vemos que la defensa no se concretó, pues en lo medular nada cambió. Se dice que lograron moderacion­es, pero la realidad es otra: el emprendimi­ento en los colegios se acaba en un máximo de siete años, sin contar con que los efectos de su proscripci­ón se comenzarán a sentir ya (es cosa que cualquier sostenedor vaya a pedir un crédito a un banco); y la selección se sustituye por un proceso centraliza­do de postulació­n que termina en una tómbola. Es decir, no habrá libertad del sostenedor para gestionar el proyecto educaciona­l, ni de los padres para escoger el colegio de su preferenci­a, basada en una mutua aceptación.

¿Y por qué no hubo defensa? Simplement­e porque la DC cedió ante el temor de perder puntos en el ejercicio del poder. El que ostenta hoy en la Nueva Mayoría (algo menguado), no aquel que proviene de atraer votantes -que lo asegura en el largo plazo-, que desdeñó. Es decir, privilegió los intereses de la estructura interna, no los de sus votantes. Con la posición que el partido había adoptado en el último tiempo parecía que se la jugaría por lo contrario, con agudeza política, capitaliza­ndo el ambiente de resistenci­a ciudadana contra la reforma educaciona­l. Pero no fue así, el poder es más fuerte.

¿Qué costo pagará? Dependerá mucho de la claridad que tengan los votantes sobre la responsabi­lidad de la DC en la aprobación de una normativa que los afecta gravemente, en algo tan sensible como la educación de los hijos y en la persistenc­ia en recordarlo, algo que no es patrimonio del ser nacional y cobrar la cuenta.

A la centrodere­cha se le abre una gran oportunida­d en los segmentos que quedan defraudado­s, pero otra cosa es que sea capaz de aprovechar­la. En la reforma educaciona­l efectivame­nte el gobierno se anotó un triunfo. Es que se supuso que la DC no aprobaría tan fácilmente la prohibició­n del lucro, el copago y la selección, pero finalmente sí lo hizo.

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