La Tercera

Acuerdo de Unión Civil

- Cecilia Pérez Ignacia Lecaros Joaquín Corvalán Rodrigo Durán Guzmán

Señor director: Se aprobó finalmente el proyecto de ley que regula legalmente la convivenci­a de parejas homo y heterosexu­ales. Esta era una aspiración antigua. A principios de los años 90 surgieron los primeros grupos que buscaban empujar una agenda antidiscri­minación, con énfasis en el reconocimi­ento a la diversidad sexual. El más destacado fue el Movilh.

No fue sino hasta la llegada del primer gobierno de centrodere­cha, desde la vuelta a la democracia, que tal aspiración se transformó en un proyecto de ley. En junio de 2010, el ex presidente Sebastián Piñera ingresó el proyecto que hoy nos permite vivir en un Chile con menos discrimina­ción, algo inédito en nuestro país (nunca antes un gobierno había enviado una iniciativa de esta naturaleza al Congreso).

Esta decisión no fue fácil: requirió coraje y se basó en la convicción de que era un paso necesario para un país más inclusivo y respetuoso de las diferencia­s. Después de todo este tiempo parece simple para algunos criticar que el proyecto no haya sido tramitado completame­nte durante el gobierno anterior; sin embargo, no se hacen cargo de la maduración y diálogo que fue necesario para lograr su aprobación de forma transversa­l.

Sin mezquindad, lo que correspond­e es alegrarse por el término de un proceso exitoso que reconoce la dignidad de relaciones basadas en el amor, cualquiera sea la orientació­n sexual de sus contrayent­es. donde se crea un ser humano único e irrepetibl­e. De esta forma, al despenaliz­ar una conducta tan grave como es el matar directamen­te a un ser humano inocente, se permite un acto intrínseca­mente malo y una negación a la dignidad de la persona.

Como sociedad debemos hacernos cargo de las condicione­s que rodean a un embarazo, sobre todo si éste es no deseado. Creemos que el acompañami­ento y la prevención son las mejores soluciones para que las mujeres eviten los abortos. De hecho, más del 85% de las mujeres embarazada­s que reciben acompañami­ento deciden continuar con sus embarazos.

El esfuerzo conjunto de la autoridad y de la ciudadanía debe basarse en el acompañami­ento de la madre y en promover el cuidado de la vida, velando porque la dignidad de las personas se refleje también en la educación, en la vivienda, en las condicione­s laborales, en la vejez y en tantas otras áreas que permiten y favorecen el desarrollo del hombre en todos los momentos de su vida. que esta reforma no hace, perjudican­do a los estratos medios, principal motor de crecimient­o.

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