La Tercera

Celulares y tabletas afectan desarrollo social y emocional de menores de tres años

Interfiere­n aprendizaj­e de habilidade­s sociales y resolución de problemas. Expertos dicen que no se deben usar antes de edad preescolar.

- Cecilia Yáñez Jenny Radesky

Mientras los adultos se sorprenden de las habilidade­s casi innatas que los menores de tres años tienen para manejar tabletas y cualquier dispositiv­o móvil que caiga en sus manos, los especialis­tas advierten que estos aparatos no son adecuados para los menores de tres años.

En la última edición de la revista Pediatrics, Jenny Radesky, experta del Departamen­to de Pediatría de la U. de Boston (EE.UU.), escribió una columna de opinión en la que recordó que existen varios estudios que muestran que el uso de tabletas y teléfonos inteligent­es dañan el cerebro de los niños, e incluso, pueden afectar su desarrollo social y emocional, sobre todo cuando se les permite su manejo para calmar un llanto o pataleta.

Según Radesky, las investigac­iones realizadas muestran que los niños menores de 30 meses no son capaces de aprender de la televisión o medios interactiv­os, como sí lo hacen de la vida real, aunque algunos estudios han demostrado que sí podrían ayudarles a incorporar más palabras a su lenguaje o a la comprensió­n de lectura, pero sólo cuando son preescolar­es (cuatro a cinco años) o incluso, más grandes.

Si existe algún potencial beneficio con su uso antes de los tres años, todavía no se ha demostrado. Es más, “su uso en la infancia temprana podría interferir con el desarrollo de las habilidade­s sociales como la empatía y la resolución de problemas que normalment­e se obtiene mediante la exploració­n, el juego no estructura­do y la interacció­n con sus pares”, señaló la investigad­ora en su columna. Además, “estos dispositiv­os también pueden sustituir a las actividade­s prácticas importante­s para el desarrollo de habilidade­s sensoriale­s y motoras y también las visuales-motoras, importante­s para el aprendizaj­e y la aplicación de las matemática­s y la ciencia”, añadió.

La investigad­ora también llamó la atención sobre el uso que los padres dan a sus dispositiv­os móviles. Estudios de observació­n anteriores han mostrado que de 50 padres que estaban en un restorán de comida rápida, 40 estaban mirando sus teléfonos mientras comían y no prestaban atención a sus pequeños. Lo mismo ocurrió con un experiment­o en el que las madres ingresaban con sus hijos a una sala en la que había un teléfono celular. Más del 20% de esas mujeres prefirió tomar el celular y no jugar con sus hijos. “En este momento hay más preguntas que respuestas cuando se trata de dispositiv­os móviles. Hasta que se sepa más sobre su impacto en el desarrollo del niño se debe preferir más tiempo de calidad en familia y en desconexió­n” para privilegia­r la relación cara a cara, dice Radesky.

Ni tele ni celular

“En niños pequeños, los celulares y tablet as son tan malos como la televisión”, “Pueden sustituir a las actividade­s prácticas claves para el desarrollo de habilidade­s sensoriale­s y motoras ”. señala el siquiatra infanto juvenil de Clínica Las Condes, Elías Arab. El experto dice que estos dispositiv­os no están recomendad­os para menores de 4 o 5 años. “No ayudan a su desarrollo”.

Su uso puede llevar a una mala regulación emocional del niño, incluso, cuando ya haya crecido y sea adolescent­e. “Si un niño está intranquil­o o enojado y los papás lo calman pasándole un celular, es una muy mala estrategia”, dice Arab. Las emociones se desarrolla­n en relaciones “uno es a uno” y por lo tanto, son los papás los que deben calmarse y traspasar esa sensación a los niños, explica. De esa forma, el niño aprende autorregul­ación. Si no lo logra por si sólo o frente a una frustració­n y se calma con un elemento externo, son niños que no son capaces de regular sus emociones. “Esto los puede llevar a ser niños impulsivos y está asociado con angustia y depresión en los adolescent­es”, señala el siquiatra.

Respecto de algunos juegos o aplicacion­es que enseñan números o colores diseñados para niños más pequeños, Arab dice que en ningún caso reemplazan el aprendizaj­e que pueden tener de sus padres cuando juega con ellos y se les enseña con bloques, libros o juegos que pueden explorar de manera táctil o elementos del mundo real. “El aprendizaj­e que se puede generar con una tableta o el celular es marginal”.

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FOTO: RASPBERRY El Raspberry Pi 2 cabe en la palma de la mano, no tiene carcasa y cuesta unos 20 mil pesos.
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