Energía nuclear
Señor director: Considerar la construcción de cuatro reactores nucleares en Chile, como plantea Fernando Sierpe en carta reciente, no sólo es de una miopía gigantesca, pues supone desconocer la tendencia mundial para dejar la energía nuclear atrás, sino también una irresponsabilidad.
En los últimos años se ha generado 22 veces más capacidad en base a energías renovables no convencionales (Ernc) que en base a centrales nucleares. Esto revela que el mundo está dando un paso hacia las energías renovables, más limpias, y allí no hay espacio para el riesgo, las deudas, la toxicidad o los problemas políticos que son inherentes a la energía nuclear.
¿Cuál es el motivo para que un país tremendamente sísmico deba pensar en encender un reactor nuclear y poner en peligro a toda la población? Ninguno. Pero hay muchas más razones para no hacerlo: el desastre de Fukushima y los evacuados de la crisis nuclear japonesa. A cuatro años de esa tragedia, Japón logró salir de la crisis producida por el terremoto y el maremoto, con una administración inteligente de la red eléctrica, orientándose gradualmente al uso intensivo de Ernc.
¿Por qué no dar este salto, invirtiendo en los potenciales de la energía renovable no convencional que Chile tiene, pero que no utiliza? La realidad de Japón ha probado que la energía nuclear no es una solución viable, limpia o segura al cambio climático. Al contrario, la experiencia demuestra que es absurdamente peligrosa, cara y contaminante y, sobre todo, innecesaria.